sábado, 1 de octubre de 2011

***Capítulo 13: Desierto***

Desperté tiempo después. Estaba acostada sobre algo blando y suave. Arena. Seguíamos en el desierto. Escuchaba a alguien hablar en voz baja. ¿Era mi padre?
-... no sabíamos cómo iba a reaccionar...
Sí, era mi padre. Mark estaba sentado frente a mí, con las piernas cruzadas.
<<Mark>>, pensé.
Noté que esperaba que continuara.
<<Por favor, dime que todo esto solo ha sido un sueño. Que nada ha sido real. ¿Verdad que sí?>>
<<Me encantaría poder decirte eso. Pero sabes que no es verdad>> 
Abrí los ojos de golpe y miré a mi padre.
-Samantha...- comenzó.
-Ni me mires, ni me hables... nunca. No te lo mereces.
-Sabes que yo no...
-¿Que tu no qué? ¿Que tu no querías que peleara con Bryan? ¡Mentira!
-No seas insolente- replicó-. No tienes ni idea, no conoces mis motivos- estaba alzando la voz-. Has destruido el plan. ¡No te mereces mi protección!
-¡NO QUIERO NADA QUE VENGA DE TI!- grité-. Eres... Eres... el ser más horrible y despreciable que he conocido en la vida. Prefiero morir antes que pasar una vida entera sin Bryan- susurré-. Sólo dime una cosa: ¿por qué me desmayo tanto?
-Estás débil, por tu transformación.
-¿Aún?
-Sí. Todavía no se ha consumado. Falta lo más importante.
Me volví para plantarle cara.
-¿Cómo que no se ha consumado?
-Todo a su momento, querida -sonrió.
-Vete al cuerno -mascullé-. ¿Y Bryan? -pregunté.
-Se ha marchado.
-Me voy -afirmé.
Miré a Mark.
<<¿Vienes?>>
<<Contigo, siempre. Hasta la muerte.>>
Asentí.
-¿No quieres el báculo? -preguntó mi padre maliciosamente.
Cuando terminó de pronunciar la última palabra, sentí un deseo incontrolable por tener el báculo entre mis manos.
<<Maldito brujo... Siempre con sus hechizos>>, pensé.
De repente, me sentía débil, cansada, exhausta... estuve a punto de caerme dos veces, pero Mark me cogía a tiempo.
-Señor -dijo Mark-, su hija no se encuentra bien.
>>Ella necesita vida a su alrededor... A este paso no sobrevivirá.
<<¿No sobreviviré?>>, le pregunté.
<<Sam, te estás muriendo poco a poco. Tu alma mágica se alimenta de la energía del ambiente; por ejemplo, en medio de un bosque hay árboles, plantas, animales... el ambiente está cargado de energía de la cual sobrevivir, pero en mitad de un desierto...>> , dejó la última frase sin acabar.
<<Pero, solamente muere mi alma mágica, ¿no?>>
<<Si una muere, la otra también>>
Una lágrima rodó por mi mejilla. En ese momento, tropecé de nuevo, y Mark volvió a cogerme.
-Mark... -susurré-, por Dios, Mark, sácame de aquí...
-Llévatela -dijo mi padre-. Yo cogeré el báculo. Llévala al centro del bosque. Intenta que beba agua.
Dicho esto, chasqueó los dedos y desaparecimos de allí.
Aparecimos tumbados en mitad del bosque.
-Sam... -dijo Mark-. Samantha, por Dios... ¡Sam! Háblame, dime algo... Insúltame, golpéame si lo deseas, ¡pero muévete!
-Calla-susurré.
Rió aliviado. Aún seguía apoyada en su pecho. Me sujetó el rostro con las dos manos para que le mirara a los ojos.
-¿Estás enfadada conmigo? -preguntó, repentinamente serio.
-¿Qué hacía Bryan allí? -dije, más o menos despejada.
-No tengo ni idea.
-Mentiroso -sonreí-. Sé que me mientes, pero también sé que  tienes tus razones.
-¿No estás enfadada? -preguntó confuso-. Te enfrentaste a Bryan por...
Le puse un dedo en los labios.
-Hoy he comprobado que eso fue un error. No voy a caer dos veces con la misma piedra.
Él hizo un gesto de dolor.
-¿Qué tienes? -pregunté-. ¿Estás bien?
-Nada... Bueno, es que... todos tenemos un poder más desarrollado que los demás. El mío... bueno, yo siento lo mismo que las personas que me rodean.
-No entiendo -dije confusa.
-Cuando... cuando has notado a Bryan, has sentido muchas cosas.
>>Primero, alivio. Has visto que estaba sano y salvo. Te ha inundado la alegría. Después, ha llegado la duda -me miró directamente a los ojos-. ¿Qué hacía el allí? Luego... luego, has sentido angustia: ¡Habías comprendido que tu padre quería que lucharas... y vencieras! Y, por último, horror, desesperación y miedo.
-Mark...
-Le amas. Más de lo que quieres creer.
-Pero...
-Sam -¡no me dejaba hablar!-, no intentes negarlo. Puedo sentirlo.
-¡Pero es que también te amo a ti! -grité.
Me giré y comencé a caminar, internándome en el bosque. Mark continuó de pie, quieto, mirando cómo me alejaba.
<<Lo siento, Mark>>, pensé. <<No sé qué hacer>>
Cerré los ojos y me dejé llevar. Recordé el árbol inmenso en el que había estado tiempo atrás y me encaminé hacia allí casi inconscientemente. Comencé a correr. Sentí la velocidad y el aire en mi rostro. Llegué rápidamente al gran abeto y empecé a subir. En menos de un minuto ya estaba en la copa del árbol. Me senté en una rama.
Bryan. Mark. Polos opuestos.
-¡No puedo con esto...! -susurré.
-No estás sola -susurró Mark, en mi oído.
-No quiero estarlo -respondí.
Me volví y le miré a los ojos. Tenía las pupilas casi cerradas, de modo que me perdí en un mar de color negro.
-Sam, tú nunca estarás sola.
En ese momento, sentí una necesidad imperiosa de abrazarle, de acariciarle, de besarle. Como si se fuera a acabar el mundo. No caí en que él percibía todo lo que yo sentía. Se acercó a mí, serio, y yo desvié la mirada, incómoda. Pero sucedió algo que no me esperaba: me besó. Abrí los ojos, sorprendida. Pero, luego, me entregué a aquel beso y bebí de sus labios con avidez. Cuando terminó, los dos sonreímos.
Abrí la boca para decir algo. Después, me di cuenta que las palabras estropearían el momento, y guardé silencio. Nos abrazamos.
Justo en ese momento sonó mi movil.
-¿Sí? -contesté.
-Sam, tienes que venir, ¡rápido!
-¿Jessica? ¿Dónde estás? -pregunté.
-En la mansión. No tardes.
-¿Qué pasa?
-Es Bryan -dijo.


#...cascada.de.azucar...#

martes, 27 de septiembre de 2011

***Capítulo 12: Aparición y Confesiones***

-Tengo poderes.
   Me miró con cara de incredulidad, pero se puso seria. 
-Lo prometo-dije.
   Me concentré en el vaso de agua que había encima de la mesa. Fijé la vista en él, no había nada más importante en ese momento dentro de la habitación. Mi mente procesaba información, más de la que podía. El agua comenzó a temblar, y Jessica me miró sorprendida.
   Me rendí.
-Aún no puedo hacer nada importante... Una vez paré el tiempo sin querer, dándole un beso a Bryan, pero no lo he vuelto a conseguir por más que lo intento.
-Vale, y esto... ¿a qué viene?
-Bryan también tenía poderes, y yo lo eché de aquí.
-¿Que hiciste qué?-gritó.
-Lo que oyes... Sabía que mi padre estaba vivo, ¡y no me lo dijo!
-Sam, pero tendría algún motivo...
-Según dice mi padre se lo prohibió, pero... Mark me lo habría contado.
-¿Mark?- preguntó confusa-. ¿Cuántas cosas han pasado desde que no nos vemos?
-Bueno... bastantes.
-Mark también tiene poderes ¿no?
-Sí, pero no igual que Bryan...
-¿Qué quieres decir con eso?-preguntó extrañada.
-Bryan... bueno, su magia es blanca, mientras que la de Mark... no sé, no es la misma.
-¿Y la tuya?
-¿Qué?-pregunté sin comprender.
-Sí, tu magia.
-Ah, pues no sé... no la he usado mucho aún... y no puedo asegurar nada.
-Estoy segura de que es blanca-sonrió.
-No puedes estar segura... porque ni mi propio padre lo sabe.
-Sam, ¿entonces ves a tu padre?
-Sí, pero después de que fingiera haber muerto sólo para deshacerse de mí... pues la verdad es que no nos llevamos muy bien. Él creía que mi hermano heredaría los poderes.
-Y no fue así, por lo que veo-comprendió.
-No, mi hermano tiene cierta sensibilidad por todo lo mágico, pero nada más.
-Y... ¿dónde esta tu padre?
-En... bueno, no sé dónde está exactamente.
-¿Entonces, cómo puedes verlo?
-Es largo de contar...-me levanté y le tendí la mano-. Ven, te lo voy a enseñar.
   Sonrió.
-Me alegra que confíes en mí, de verdad.
-Eres mi mejor amiga, ¿qué esperabas?-sonreí-. Pero antes de nada, hay que dejar a esta ardilla donde la encontré, ¿te parece?
-Claro,vamos.
   Fuimos al árbol y dejé a la ardilla justo en el mismo sitio en que la encontré. Después, nos dirigimos al lago.
-¿Qué hacemos aquí?-preguntó Jessica.
-Te dije que te enseñaría algo, ¿no?-asintió-. Pues, vamos-sonreí.
   Le cogí la mano, y comencé a meterme al agua. Jess iba dudosa... pero al final terminó confiando en mi.
-Jess, coge aire.
   Nos sumergimos, toqué la piedra y le hice señas para que ella también lo hiciera. Entonces, me concentré en el lugar donde se encontraba mi padre, en el bosque y, concretamente, en el árbol que yo quería traer al internado.
   Aparecimos allí en unos segundos. Jessica estaba impresionada, por supuesto.
-Sam, ¡estoy seca! ¿Por qué no estoy mojada? ¡Acabamos de salir de un lago!
-Jess, cálmate-le sonreí-. Chica no te pongas así, ¿prefieres estar mojada?-negó con la cebeza-. Pues, entonces, ya está.
   Las dos comenzamos a reír.
   Nos dirigimos hacia la gran mansión donde vivía mi padre, mientras manteníamos una conversación bastante desagradable para mí.
-Descubrí a Bryan el otro día... nunca se ha ido de aquí. Noté una presencia en el bosque del internado-dije, contestando a su pregunta.
-¿Y lo viste? ¿Te reencontraste con él?-preguntó ilusionada.
-No... ojalá hubiera sido así...-me abrazó.
   En ese momento, llegamos a la casa. Entramos por la puerta de atrás, por el jardín. Todos me saludaban, pero miraban raro a Jessica... Pensé que era normal, ya que no la habían visto nunca.
   Llegamos a mi habitación y nos tumbamos en la cama.
-Sam, ¿qué sientes por Mark?-preguntó seriamente.
-No... no lo sé-me sinceré con ella-. Sé que amo con locura a Bryan, lo sé porque no pasa un día sin que tenga ganas de volver atrás y callar y aguantarme todas mis tonterías... pero, ¿Mark? Ni idea. A veces me atrae, otras no lo soporto... Incluso es ¡¡mala persona!!
>>Pero, hay otras veces... en las que es... no sé, diferente. Bryan siempre estaba pendiente de mí y eso me volvía loca. Con Mark es diferente. Lo que me gusta de él es que me deja libertad, no me agobia con sus cosas... Su mirada indiferente me provoca curiosidad, sus movimientos siempre tan seguros... Es algo que no tenía Bryan.
-Se complementan-dijo Jessica-. Si los dos fueran uno solo... sería tu chico ideal.
Sonreí. Ahora que se lo había contado todo a Jess me sentía mejor.
Recordé que hoy era el día en el que íbamos a buscar el Báculo.
-Tengo que irme...-dije.
-¿Por qué? Si sólo hemos estado juntas un rato...
-Por que hoy tengo que salir con mi padre y con Mark... No creas que la idea es agradable, ¿sabes?
-Bueno... me encantaría ir contigo, pero supongo que no podré.
-Mm... la próxima vez se lo diré a mi padre con más tiempo, ¿vale?-asintió- ¿Te quieres quedar aquí?
Sonrió. Sabía por experiencia que Jess era muy curiosa y lo que le había propuesto era un reto.
-¿Lo dudas? Sam, conociéndome...-las dos reímos.
-Bueno, yo me voy ya-dije mientras la abrazaba.
-Eres la mejor amiga del mundo-se despidió.
   Salí del cuarto y me dirigí al estudio de mi padre. No me sentía preparada, para nada. Pero aun así, tenía que afrontar todo lo que me viniera.
   Abrí la puerta y entré.
-Llegas tarde-dijo mi padre.
-¿Crees que me importa?-pregunté-. Sabes perfectamente que si vuelvo es por interés propio... No por tí.
   Asintió. Miró a Mark y le hizo una señal con la mano. ¿Qué tenía que hacer?
   Mark me tendió la mano, la tomé sin pensar, y mi padre puso una mano en su hombro. De repente, noté un fuerte tirón; como si alguien me cogiera de la camiseta y tirara de mí hacia el techo. Y, después, llegó la sensación de vértigo... y el mareo.
   <<Cierra los ojos>>, escuché la voz de Mark en mi mente.
Obvio que nos estábamos transportando... Pero ¿dónde? Un momento después, aparecimos en medio de un desierto.
-¿Qué... qué hacemos aquí?
-El Báculo de Allégora está aquí-contestó Mark.
   Miré a mi alrededor. Todo era arena... no había nada. Era de noche. El paisaje era monótono. Oscuro. Ni siquiera había luna que brillara en el cielo. Todo se veía triste.
-No me gusta este sitio-susurré.
   Sentí una presencia detrás de mí, lejos. En dirección sur. Me giré en esa dirección y fijé la mirada en un punto en concreto.
-¡No!-grité-. ¡No me puedes pedir esto!-me volví hacia mi padre-. ¡Eres un cobarde! ¡No lo pienso hacer!
Las lágrimas inundaron mis ojos, se desbordaron y rodaron por mi mejilla. ¡No podía...! ¡No quería! ¡No iba a luchar...!
-¡BRYAN VETE!-grité con toda la fuerza de mis pulmones- ¡POR FAVOR, MÁRCHATE!
No... era imposible.
Me estaba mareando, no podía pensar con claridad.
Las piernas me fallaron y caí. Unos brazos me sujetaron por la cintura.
Todo se veía negro.
-Bryan...-conseguí decir antes de perder el conocimiento.

viernes, 20 de mayo de 2011

***Capítulo 11: El Reencuentro***

   Tumbada sobre el frío suelo y con el filo de una espada apuntando al cuello, una ya no sabe que pensar, pero cuando esa espada es la de Mark… los sentimientos son contradictorios. ¡Suerte que eso sólo era el final del entrenamiento! 
   Terminamos el entrenamiento y volvimos al internado. Estuvimos el resto de la tarde en el bosque y, cuando ya nos íbamos, salimos al claro donde había visto por última vez a Bryan, donde había quemado el árbol... todo eso me parecía ahora tan lejano...
   Cerré los ojos y sondeé el bosque, y encontré una presencia al otro lado del lago; una presencia que yo conocía muy bien. Abrí los ojos de golpe.
-Bryan-susurré.
   A Mark no le dio tiempo de reaccionar; comencé a correr. Estaba concentrada en la presencia, ¿habría notado... que me acercaba?
   Unos segundos más tarde, noté que mi velocidad era sobrehumana. A ese paso, podría alcanzar su posición en dos o tres minutos todo lo más. Llegué al borde del lago y volví a sondear el bosque: la presencia aún estaba ahí.
<<Bryan, sé que estás ahí>>
   No hubo respuesta.
   La presencia se había disipado. 
   Cerré los ojos; justo cuando creía que lo había recuperado...
   Noté una mano en mi hombro. 
-¿Era él?-preguntó Mark en voz baja.
-Sí, pero ni siquiera ha tenido el valor de dar la cara.
   En ese momento entendí. Comprendí que si seguía siendo inocente, sufriría, y mucho; por eso, construí un muro en mi interior. En un segundo, aislé mi corazón del mundo exterior, nadie volvería a hacerme daño, nadie.
   Miré a Mark, estaba tenso y me miraba fijamente.
-Sam, tus ojos.
-Siempre son mis ojos-sonreí siniestramente, me di la vuelta y me perdí en la oscuridad.
                 ·          ·         ·
   En las raíces del árbol en el que me quedé dormida, encontré una ardilla herida, se había roto una pata y estaba acurrucada en un rincón.
   Me acerqué lenta y silenciosamente, pero las hojas secas crujían bajo mis pies y el animal se asustó. Intentó huir pero no podía.
-No te voy a hacer daño...
   Me sentía estúpida hablando con un animal... Pero funcionó, la ardilla me miró fijamente y se calmó.
   Se acurrucó de nuevo y me lanzó una mirada suplicante, ¿cómo podía ayudarla?
   La cogí en brazos y la acaricié un poco. Una idea cruzó mi mente: <<Jessica>>
   A Jess le chiflaban los animales... ¡podría curarla!
   Llegué a la linde del bosque, tendría que llevar cuidado... si me veían con un animal me la ganaría... Me dirigí hacia el cuarto de Jessica y sus amigas. Crucé todo el internado sin que nadie me viera, cosa que era difícil. Llegué a la habitación y llamé a la puerta.
-¿Quién es?-preguntó Jess desde el interior.
-¡Sam!
   Abrió la puerta.
-¿¡En serio eres tú!?-sus ojos brillaban de alegría.
-Bueno, creo que sigo siendo yo...-me miré los pies y los brazos.
-¿Eso que tienes ahí es una ardilla?-preguntó asustada.
-Sí, tiene la pata rota... no sabía qué hacer.
   Me miró sonriente.
-Has venido al sitio adecuado, pasa.
   Le vendó la pata y la inmovilizó. Después, la ardilla se durmió en mi pecho y nosotras comenzamos ha hablar, ya que hacía bastante que no nos veíamos... Y entonces sacó un tema algo triste... Bryan.
-Bueno, y... ¿sabes algo de Bryan? No lo veo desde hace días...
   Una lágrima traviesa cruzó mi mejilla.
-Se ha ido.
-¿Así sin más? No me lo creo...
-Tengo que contarte algo, Jess... pero ... necesito dos cosas.
-Dime.
-La primera, que no le digas nada a nadie...
-Eso esta hecho, ¿y la segunda?
-Que me creas.
-Vale, no lo dirías si no fuera algo muy importante. Desembucha.

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Y aquí lo dejo :P 
Bueno, espero que os guste... ya que este capítulo me ha costado lo suyo...!!
Os Quiero!! :D




#...cascada.de.azucar...#

martes, 19 de abril de 2011

***Capítulo 10: Cambios de Personalidad***

   Lo primero que vi fueron los ojos de Mark, mirándome fijamente. Su mirada era indiferente, como siempre.
-¿Qué pasa...?-pregunté, aún adormilada.
-No te encontrábamos el pulso-contestó, serio.
-Me pasa desde pequeña, es normal en mí.
-¿En serio?-dijo mi padre, a mis espaldas-. Yo eso no lo sabía.
-Tu preferido siempre a sido Joe; le prestabas demasiada atención a él, y a mí ninguna. No te guardo rencor por eso, tranquilo.
 >>Supongo que pensabas que él heredaría tu poder, ¿no es cierto?
-Sí... bueno...
   Alcé una ceja y sonreí.
-¿Tanto te intimido?-dije, fría.
<<Sam, tú no eres así>>
<<Estoy descubriendo muchas cosas desde que Bryan se fue, Mark. Necesito saber qué pasó con mi madre>>
-¿En tu plan incluías mi muerte en el coche? Sé sincero, me es indiferente.
-Soy tu padre... ¿Cómo puedes...?
-Contesta-mis manos comenzaron a brillar.
<<¡Tus manos! Sam, ¡basta!>>
   Mi padre también reparó en el brillo blanco-azulado que despedían mis dedos.
-Hija...
-¡Que me contestes!-mis ojos se volvieron blancos completamente.
   En el espejo de enfrente, contemplé mi imagen reflejada. Mi pelo estaba cambiando de color: de marrón oscuro, a azul aguamarina.
-Sí,-dijo- tu muerte estaba dentro del plan, pero algo falló.
   Asentí. Di media vuelta y me marché. En el pasillo, todos me miraban.
   Me llamó la atención una chica que me miraba sonriente. Era pelirroja, bajita, con pecas y tenía apariencia de duende. Iba vestida con una túnica blanca y una capa, también del mismo color. Sus ojos eran oscuros, demasiado; y su sonrisa era siniestra e irónica. Le devolví la sonrisa, y la suya se hizo más amplia.
   Proseguí mi camino. El jardín era precioso: estaba cubierto de césped verde, salpicado de flores aquí y allá, y rodeado por una fina línea de rosas rojas; a lo lejos se divisaba un bosque.
   Por lo que me había contado Mark, en el centro del bosque había un árbol inmenso, un árbol que sobresalía sobre los demás por su tamaño, su belleza y su colorido; ese era mi destino.
   A mi paso, todas las bellas flores se helaban, todos los árboles se cubrían de escarcha, y el césped se volvía gris… ¿Qué era eso…? ¿Hielo?
   Llegué a la linde del bosque, debía de haber un camino, ¿no? Lo busqué con la mirada, pero no había ningún sendero… ¡nada! Me interné en el bosque por entre dos árboles de tronco fino y blanquecino, el bosque era oscuro en su interior. Sólo por entre las hojas de los árboles más altos entraba algún que otro rayo de sol e iluminaba las sombras.
   Salí a un pequeño claro del bosque. Estaba cubierto de verde césped, como el del jardín, con diminutas flores azules, amarillas y rosas. Un pequeño acantilado me obstaculizaba el camino, tendría que escalar. Puse la mano en un saliente de la roca y me impulsé.
   Poco a poco, fui subiendo a lo alto.
   Dirigiéndome siempre hacia el Sur, llegué al Árbol Milenario. <<¿Cómo podría llevarlo hasta el bosque del internado?>> Trepé por su tronco, ayudándome de las ramas, y llegué a los más alto de la copa del árbol. El aire mecía suavemente las ramas y movía dulce y delicadamente mi pelo; era una sensación maravillosa, fantástica... era diferente, como volar. Cuando ya estuve bastante segura de la estabilidad de la rama en la que estaba subida, solté las manos. Abrí los brazos en cruz y cerré los ojos.  Una nube tapó el sol, y abrí los ojos; descendí un poco hasta llegar a las ramas más gruesas. Ese árbol era perfecto.
   Puse la mano izquierda en el tronco, me concentré y esperé. Unos minutos después, una paz y una tranquilidad inmensas me abrumaron; el árbol estaba sano y alegre, además, yo le gustaba.
                          ·               ·               ·
   Mark estaba sentado en las escaleras que daban al jardín, esperándome. Le miré fijamente a los ojos y sonreí: disfrutaba de su compañía.
-Hola, Mark-dije suavemente.
-¿Tienes cambios de personalidad?
-¡Genial!-exclamé malhumorada-. Has acabado con el buen humor que me quedaba...
-Lo digo porque vuelves a ser normal: pelo oscuro, ojos azules... sí, como siempre...
   La sonrisa volvió a mi rostro.
-He encontrado un sitio en el que relajarme.
   Le estampé un beso en la mejilla y entré en el edificio, él me siguió.
-Sam, te veo en diez minutos en la sala de entrenamiento, ¿la encontrarás?
   Giré la cabeza para mirarle.
-¡Obviamente! Pero, si no la encuentro, que venga ella a mí-le guiñé un ojo.
   Mark comenzó a reírse.
-Vale, vale. Lo capto.
   Dio media vuelta y se marchó.
   Subí las escaleras lo más rápido que pude y me dirigí a la sala, donde sabía que estaba mi padre. Entré y mi padre me recibió con una mirada asustada.
-Padre, ¿cuándo comenzaré mi aprendizaje?-debía tratarlo con respeto. No por él, sino por mí. Le necesitaba.
-Cuando consigas el báculo de Allégora.
   Incliné la cabeza en señal de asentimiento y me di la vuelta para marcharme. Cuando ya estaba cerrando la puerta, me detuvo con un gesto de la mano.
-Mañana, a las cinco de la tarde. Tenemos un viaje que hacer.
   Cerré la puerta y me dirigí a la sala de entrenamiento.
   Mark estaba de espaldas, en la sala de armas. Entré silenciosamente, pero supe que él ya sabía que yo estaba allí. Entonces, vi una espada, la más hermosa que había visto nunca: su empuñadura era oro puro, en forma de ángel con las alas extendidas y su hoja era fina y fría, con un halo blanco-azulado, en el borde de la hoja había algo grabado en otro idioma (que yo desconocía). La miré fijamente, los ojos de la criatura parecían abrirse y cerrarse, y sus labios sonreían...
-¡No!-gritó Mark.
   En aquel momento, me di cuenta de lo que sucedía: había levantado la mano para coger la empuñadura (¿Cuándo había hecho eso?)
-Sam, si no tienes un alma pura... mejor no toques a Skyknight, nadie la ha empuñado desde que fue herrada.
   Sacudí la cabeza, aún aturdida.
-¿La espada tiene nombre?-pregunté sorprendida.
-No es una espada normal, es mágica. Esta espada tiene más de mil años, ¡y se conserva intacta! Además, cuando el herrero la terminó, le cayó un rayo azul, ¿conoces a alguien que haya visto algo así?-negué con la cabeza-. Era un rayo que cayó en pleno día, con el cielo despejado, mientras brillaba el sol. Se cree que ese rayo era un ángel, porque la forma original de la empuñadura no era así. Era sencilla.
   Salimos de la sala de armas y comenzamos el entrenamiento.

martes, 8 de febrero de 2011

***Capítulo 9: Poderes Ocultos***

   Entramos a la sala de las paredes blancas. Automáticamente fui hacia la mesa y cogí la foto de mi madre. Alcé la mirada. Mark me miraba, serio. Le sonreí; y en sus ojos apareció algo.
-Sam, tienes mucho que contarnos, ¿verdad?-preguntó mi padre.
-La historia que mas me contaba... era la de una chica que poseía grandes poderes y que siempre llevaba con ella un báculo; supongo que era el Báculo de Allégora, y que la chica era ella. Me lo contaba todo con detalles, como si ella estuviera allí... era increíble.
-¿Nos podrías contar tú la historia?
-Sí, hace mucho que no la escucho... pero podría intentarlo.
-Tranquila, hay tiempo. Mañana hablaremos-sonrió-. Pero, Mark...
-¿Sí, señor?
-Quiero que mañana enseñes a Sam a defenderse, ¿podrás?
-Con mucho gusto, señor.
-Y... no hace falta que me digas señor. Los amigos de mi hija son mis amigos; llámame John.
-Está bien..., John-sonrió-. Sam, ¿puedo hablar contigo un momento? Sólo serán unos minutos.
-Claro-le dije. Al instante cogí su mano y me dirigí a la puerta precipitadamente.
   Hasta que no salimos de la sala, no me di cuenta que íbamos cogidos de la mano. Me quedé quieta. Le miré a los ojos; después, nuestras manos unidas... ¡acababa de terminar con Bryan! ¿Qué estaba haciendo? Le solté la mano, pero sonreí.
-Lo siento... soy muy impulsiva.
   Continuamos caminando hacia mi cuarto. Íbamos en silencio, y eso me mortificaba; odiaba el silencio con todo mi ser.
-Mark, ¿desde cuándo conoces a mi padre?
-Desde... hace dos años, más o menos, ¿por qué?-me miró con curiosidad y se me escapó una sonrisa.
-Nada en especial... Si hubieras sabido que era mi padre, ¿me lo habrías dicho?-pregunté dudosa-. Sé sincero.
-Sí. Te lo habría dicho.
-¿Y si él no te lo permitiera?
-Aún así.
   Me confirmó lo que sospechaba, Bryan me había traicionado. Pero, ¿por qué? Mark me lo habría dicho, ¿por qué Bryan no? ¡Esto no tenía sentido!
   Entramos en mi cuarto, él se sentó en la cama y yo me dirigí de nuevo hacia la cómoda. Abrí el último cajón, saqué una caja de zapatos y la puse encima de la cama.
-Mira, aquí están todas las historias que solía contarme mi madre. La mayoría hablan del báculo-saqué todas las hojas. Estaban amarillentas, del polvo.
-¡Están arrancadas de un libro! ¿Sabes lo que puede significar?-le miré confusa-. Has hecho en dos horas lo que tu padre no ha hecho en años...
-A lo mejor, mi madre confiaba más en mí, después de todo; pero el libro no era suyo, lo habría leído de ahí, ¿no?
-No sabes nada del libro...
-Nada.
-Ven, vamos a hablar con tu padre.
   Me cogió de la mano y me llevó hasta mi padre. Llevaba las hojas en la otra mano, cuando mi padre las vio quiso verlas.
   Se pasaron toda la noche hablando del báculo, comentando las historias y haciendo planes para los próximos dos días. Yo estaba tan cansada que apoyé la cabeza en el hombro de Mark y cerré los ojos. Sentía que me miraba, pero no me atreví a mirar.
<<Buenas noches, Sam>>, se me dibujó una sonrisa en el rostro; era Mark.
<<Hasta mañana, Mark>>

   Me desperté un poco mareada. Recordaba dudosamente cómo Mark me había llevado en brazos hasta la cama la noche anterior. Miré a mi alrededor; genial, no había reloj.
<<Mark, ¿estás despierto?>>
   No me contestaba.
<<¡Mark!>>
<<Ahora sí>>, le notaba adormilado.
<<¿Sabes qué hora es?>>
<<Las... ocho menos veinte>>
<<¿Qué?>>, dije incrédula. <<Mark, tengo que irme>>
<<¿A clase?>>
<<No; necesito irme... no soporto este lugar... Pero no sé exactamente como salir de aquí>>
<<Piensa en la roca del lago, concéntrate en ella; y, cuando notes su calor... pídele que te lleve a tu cuarto>>
   Cerré los ojos. Me concentré en el internado, en el lago y, más concretamente, en la roca situada justo debajo de la cascada. Vislumbré una superficie azul y un brillo sobrenatural, que se percibía desde lejos. Noté el cosquilleo del calor de la piedra en la punta de mis dedos. Estaba en medio de la nada, todo era blanco... excepto el agua. Me concentré aún más pero la piedra me dio una negativa. Comprendí que me pedía un destino, un lugar en el que dejarme.
<<Mi cuarto en el internado>>, pensé.
   Noté cómo mi cuerpo se desvanecía y, luego, cómo subía a la superficie desde un mundo lleno de luz. Abrí los ojos. Estaba tumbada en mi cama. En una esquina de la habitación se encontraba Laura, mirándome fijamente.
-Sam, ¿de dónde has salido?-preguntó asustada.
   Me senté en el borde de la cama, ¿qué le decía yo ahora? ¿Que una piedra mágica me había traído? Me reí sólo de pensarlo.
-Laura, he estado aquí todo el rato-no me gustaba mentir, pero a partir de ese momento debería hacerlo continuamente.
-¿Ah, sí? Pues no te había visto-dijo confusa.
-Estás durmiendo aún, Laura.
   Las dos nos echamos a reír.
-Lo siento, oye... ¿hoy no vas con Bryan a desayunar?
   Me quedé de piedra. Bryan. De nuevo salía el tema. Bryan aquí, Bryan allá... ¡Bryan hasta en la sopa!
-No-dije triste-. Se ha ido.
   Una lágrima traviesa rodó por mi mejilla.
-Sam, lo siento... yo... no...-tartamudeó.
-Tranquila, ¿vamos a desayunar? Necesito distraerme.
   Asintió. Cogí el portátil y salimos de la habitación. Caminamos en silencio hasta la cafetería, odiaba el silencio pero necesitaba pensar. Esto, en ese momento, era lo mismo que llorar desconsoladamente.
   Llegamos a la cafetería, no sentamos en la mesa de la noche anterior. Encendí el ordenador y Laura fue a por su desayuno. Puse la contraseña. Me estaba poniendo nerviosa; conté hasta diez. 1... Laura venía con dos bandejas; 2... se sentó a mi lado; 3... me pasó mi bandeja; 4... su bandeja cayó al suelo; 5... me estaba poniendo de mal humor; 6... todos comenzaron a gritar; 7... ¡Relajación, Sam!; 8... iba a estallar; 9... alguien entró por la puerta; 10... ¡no servía de nada!
   Unas manos frías como el hielo me taparon los ojos.
-Mark-dije. Escuché una risa suave y cantarina cerca de mi oído.
-¿Cómo lo sabías?
   Me encogí de hombros. Le cogí una mano y la puse en mi mejilla.
-Siempre estás frío-sonreí.
-Verdad-sonrió a su vez.
   Se sentó a mi lado. Laura miró a Mark como solía mirar a Bryan, me enfadé. Miré fijamente la pared de enfrente. Todo comenzó a ponerse borroso, una neblina blanca ocupó mis pupilas.
-Mark-susurré asustada.
-Sam, tus pupilas...
-¿Qué les pasa?-no podía parpadear.
-Han desaparecido... tus ojos son blancos...
-Mark, llévame con mi padre...
-Está bien.
   Me tomó en brazos y salimos de la cafetería. ¿Qué pensaría Laura? ¿Se habría dado cuenta de todo? Supuse que sí, se había sentado delante de mí.
   Sentía el aire en mi rostro, tenía los ojos abiertos... y aún así no veía nada. Mark me dejó en el suelo, con cuidado. Se tumbó a mi lado y cogió mi mano. Nuestros dedos se entrelazaron. Notaba su mirada clavada en mis ojos.
-Sam...
-Mark, llévame con mi padre... ¡Te lo suplico!
   Cerré los ojos fuertemente. Una lágrima cruzó mi mejilla, ¿por qué todo me pasaba a mí? Necesitaba tranquilidad.
   Mark apretó mi mano cariñosamente, para infundirme ánimos. De pronto, sentí un cosquilleo por todo el cuerpo que me resultó familiar; comenzábamos el viaje. Unos segundos más tarde, me volvió a coger en brazos. Escuchaba voces a mi alrededor. Pronto, se escucharon gritos lejanos...
-¡¡Señor, señor!!
   Me relajé. Ya estaba en casa, en MI casa.
-Mark...
-¿Sí?
-Gracias-sonreí.
   Después de eso me dormí.