miércoles, 8 de diciembre de 2010

***Capítulo 8: Conocimiento***

   Me asusté. ¿Qué había pasado? Bryan me puso detrás de él, con un empujón cariñoso.
<<Espera, voy a apagar eso>>
   En cuanto terminó de decirlo, me soltó las manos, se acercó al árbol y juntó las manos. A los pocos segundos apareció una nube muy pequeña y comenzó a llover sólo encima de ese árbol. Me quedé mirando a Bryan. ¿Siempre actuaba así? ¿Tanto se notaba cuando usaba su magia?
<<Bryan, no quiero perderte, pero es mi vida y tengo derecho a saber qué pasó>>
<<Lo sé, pero yo no puedo contártelo. Tiene que ser tu padre>>
-Bryan, ni si quiera sé como llegar hasta él, ¿cómo demonios quieres que me lo cuente?
-El lago-dijo firmemente.
-¿Qué?-estaba confusa, ¿a qué venía eso?
-Puedes llegar por el lago. ¿Recuerdas la piedra con la que resbalaste?-asentí-. Tócala con la mano y piensa en el lugar al que quieres ir. Puede llevarte a cualquier sitio, pero para volver necesitas concentrarte en la piedra y pedirle que te traiga de vuelta.
-Bryan...
-Lo sé, me has dicho que me marche-dijo fríamente-. ¿Necesitas algo más de mí?
   Quería decirle que le necesitaba a él, que no quería que se marchara... ¡Que le amaba!
-No-respondí en el mismo tono, le miré a los ojos-. Puedes irte.
   Pero no me atreví. ¡Era una cobarde, asquerosa!
   Bryan se dio la vuelta y se perdió en la oscuridad. Comencé a llorar. Recordé lo que me había dicho, me sequé las lágrimas con la mano y empecé a correr hacia el lago. Llegué a la orilla, miré a mi alrededor; no podía arriesgarme a que Joe me viera. No había nadie. Entré en el agua. Era difícil oponerse a la fuerza con que me empujaba la corriente.
   En pocos minutos encontré la roca; me sumergí por completo, cerré los ojos y rocé la piedra con la punta de los dedos: pensé en mi padre. Noté que la roca desprendía calor, abrí los ojos y vi cómo brillaba. Como no me llevara pronto me iba a asfixiar. Comencé a dar vueltas, cerré los ojos de nuevo.
   Sentí suelo firme bajo mis pies y volví a abrir los ojos. Estaba en el cuarto con las paredes negras. Alcé la mirada, había cosas de mi antiguo cuarto, supuse que ésta era ahora mi habitación. Cerré la puerta, me dirigí hacia la cómoda y empecé a buscar por los cajones. Buscaba algo, pero no sabía el qué. En el último cajón encontré dos cosas... mi cajita de música de cuando era pequeña y un colgante con forma de S. El colgante de mi madre. Recordé su imagen. Sus ojos marrones brillaban de alegría; era el día de mi 13 cumpleaños. Lo pude ver todo como si volviera al pasado.
   Me habían vendado los ojos para entrar en casa, pero ya sabía que me habían preparado una fiesta.
-Venga, Sam...-dijo mi madre.
-Mamá, sé perfectamente lo que habéis hecho.
-Lo dices como si fuera un crimen, cariño-no podía verla pero sabía que estaba sonriendo.
-Para mí lo es. No es que me mate por ir a las fiestas, mamá.
-Pero esta no es una fiesta cualquiera, es TU fiesta.
-Peor me lo pones-comenzamos a reírnos.
   En ese momento entramos al salón. Mi madre me quitó el pañuelo de los ojos y todos gritaron: "¡SORPRESA!"
   Después de la fiesta, fui a mi cuarto, estaba agotada. Mi madre llamó a la puerta.
-Sam, ¿puedo pasar?
-Sí-contesté, nerviosa.
   Se sentó en mi cama, conmigo. Estuvimos hablando un largo rato de la fiesta, no había estado tan mal.
   Sacó una cajita rosa, con una lazo dorado y me la entregó.
-Mamá, no hacía falta que me compraras nada...
-Te prometo que no me he gustado ni un céntimo-la miré a los ojos, las dos estábamos nerviosas-. Ábrelo-sonrió.
   Abrí la caja... y dentro había un colgante. Era una S bañada en oro blanco y rosa, la cadena soltaba destellos dorados.
-Mamá...
-Era de tu abuela Susan... después fue mío, Sarah... y ahora es tuyo, Samantha. Cuídalo, es muy especial. Así me llevarás siempre contigo.
   La abracé impulsivamente.
   Poco a poco, volví a la realidad. Me puse el colgante y salía buscar a mi padre. Me quedé quieta en medio del pasillo, había silencio; si Bryan estaba ahí no, no se encontraba con mi padre. El único inconveniente de eso era que tendría que agudizar el oído. ¿Sería capaz de escuchar los latidos de mi padre? Ya escuché una vez los del director...
   Me quedé en silencio, sin hacer ruido. Noté la presencia de mi padre... Cerré los ojos. Me concentré en él. Veía el pasillo hasta con los ojos cerrados; las habitaciones pasaban por mi lado, las conté: 7. Tenía por delante siete puertas antes de llegar a mi padre. Abrí los ojos; mientras caminaba sin hacer el menor ruido, pensaba en que ya podía controlar uno de mis poderes, pero no imaginaba que sólo era una pequeña parte del verdadero poder. Llegué a la octava puerta, llamé y escuché atentamente. Nada. ¿Me habría equivocado? Entré, y allí estaba mi padre, sonriente.
-Aquí no hace falta llamar a la puerta, hija.
-Ah...
-¿No le vas a dar un abrazo a tu padre?

-La echas de menos, ¿verdad?-asentí-. ¿Quieres llevarte la foto?
-Sí, por favor...
   Se acercó a mí, me abrazó, me miró a los ojos y sonrió.
<<Sam, puedes venir aquí cuando te apetezca, incluso si quieres estar sola y no quieres hablar con nadie>>
<<Gracias, papá...>> Me fue muy difícil decirle papá.
-Ve a tu cuarto, si quieres; o puedes explorar la mansión.
-Está bien-dije impaciente.
   Salí de la habitación, miré a los dos lados del pasillo y escogí el camino opuesto al de mi cuarto. Estuve caminando un largo rato; observé que no había ventanas. ¿Por qué sería? Todos los pasillos, las habitaciones... esto parecía un laberinto. Cuando creía que me había perdido, encontré una gran escalera de caracol que vertebraba la mansión. Empecé a oír un murmullo apagado. Escuché atentamente: provenía de abajo.
   Bajé por la escalera, no era tan grande como parecía... 10 pisos hacia abajo. Cada vez que descendía uno de los diez pisos, el murmullo aumentaba de volumen, se oía más claro y fuerte. Cuando aún me quedaban tres pisos descubrí que eran personas hablando. Continué descendiendo; 2 pisos. Distinguí una voz masculina que se oía por encima de las demás. Seguí bajando; 1 piso, 43 escalones más. Esa voz, ¿por qué me resultaba tan familiar? ¿Y por qué tenía tanta autoridad? Sólo quedaban 20 escalones. El corazón se me aceleraba... Él estaba de espaldas, pero su pelo largo y negro como el ala de un cuervo era inconfundible... ¿Qué estaba haciendo él allí? ¿También conocía a mi padre? ¡Era imposible!
   Me abrí paso entre la gente, ¿qué hacían allí todas esas personas? Me detuve cerca de él, pero aún seguía de espaldas. La gente comenzó a callarse, otra vez yo sería el objeto de todas las habladurías. Bajé la mirada, incómoda; Bryan y Mark se habían cruzado  por aquí como si nada... Bryan. Se había marchado. no quería que nadie me viera llorar; menos aún por él. Intenté contener las lágrimas, pero no sirvió de nada. Una lágrima cayó por mi mejilla.
   En ese momento, Mark se dio la vuelta y me miró. Le sostuve la mirada. Di un paso al frente, sonrió y me lancé a sus brazos; necesitaba desahogarme, y él me dejó llorar. Me acariciaba el pelo, y eso me producía escalofríos. Si Bryan tenía la piel caliente, Mark era un témpano de hielo.
  Levanté la cabeza, la gente aún seguía mirándome. Pero, ¿por qué? Miré a Mark a los ojos.
-Sam, ¿qué haces aquí?-preguntó algo confuso.
-Ver a mi padre...
-¿Tu padre? El único adulto que hay aquí es... Él.
-Mi padre-la aclaré-. Él es mi padre.
-Entonces, tu eres...
-Mi hija-dijo mi padre desde la escalera. Me abracé aún más fuerte a Mark-. La hechicera, o futura hechicera, más poderosa del mundo.
   Todos me miraron mejor. Mark me sujetó la barbilla, y me miró fijamente a los ojos.
-Señor, ella tiene...
-Lo sé. No tiene quince años, pero ya tiene la Luz en su interior... reflejada en su mirada. Eso significa que dentro de dos días, día 11 de noviembre, partiréis en busca del Báculo de Allégora.
-¡Señor! ¿El Báculo de Allégora? Es imposible de encontrar...
-Eh... papá-intervine-. Creo que sé dónde está.
-¿Sabes de qué estoy hablando?-preguntó sorprendido. Asentí-. ¿Y donde está, pues?
   Saqué el colgante de mi madre, y al instante comprendió.
-La tumba de Sarah...
-Sí. Mamá me contaba historias fantásticas de pequeña. Creo que no eras el único de la familia en tener poderes...
-Mejor vamos a hablar en la sala-asentí-. Tú también, Mark-se sorprendió que supiera su nombre.

viernes, 26 de noviembre de 2010

***Capítulo 7: La despedida***

   Llegué a mi cuarto. Desde lejos, vi que la puerta estaba abierta, y la luz encendida. Me esperaba una gran sorpresa. El director estaba en el centro de la habitación con una chica nueva. Él me miró con curiosidad.
-Hola, señorita Davies. Le presento a su nueva compañera de cuarto: Laura. Espero que se lleven bien-sonrió-. Bueno, yo ya me marcho, buenas noches a las dos.
-Buenas noches, señor-dije.
-Adiós-dijo ella con una vocecita débil y aguda.
   El director se marchó, y Laura se puso a llorar.
-Hola, Laura. Me llamo Samantha.
-Hola, Samantha.
-¿Estás bien?¿Necesitas algo?
-No, gracias.
-En serio, si necesitas desahogarte... todos lo necesitamos alguna vez...-le sonreí-. Debe haber ocurrido algo muy malo para que te pongas así.
-Y tanto.
-¿Quieres contármelo?
-Sí... si no es molestia...
-Para nada-me senté en el borde de su cama y ella me imitó.
-Me llamo Laura, y soy de Madrid-comenzó-. Mi madre y yo vivíamos solas, porque mi padre nos abandonó cuando yo nací. Desde hace dos semanas, mi madre recibía llamadas.
-¿Qué clase de llamadas?
-La llamaban con número oculto y la amenazaban, ella se lo tomaba a broma... decía que seguramente serían unos chicos que se aburrían y habían marcado el numero al azar... pero ayer fue distinto; después de que la llamaran  se encerró en el baño y no volvió a salir. Por la tarde, llamaron a la puerta... y la sorpresa era que era mi padre. Intenté cerrar la puerta, pero me empujó hacia atrás y caí al suelo. Él iba borracho y empezó a llamar a mi madre y a buscarla por toda la casa... Cuando la encontró... la... mató... y yo no llamé a nadie, simplemente me quedé tirada en el suelo...-no podía continuar, lo notaba. Le dí un abrazo.
-Tú no tienes la culpa, Laura. No tenías ni idea de lo que iba a hacer... No te sientas culpable.
-Sam, no me dejan salir para el entierro...
-Ya, a mí tampoco me dejaron.
-¿Tu madre...?
-Y mi padre. Los dos están muertos.
-Lo siento...
-Tranquila, lo tengo más que asumido.
   En ese momento llamaron a la puerta.
-¿Quién es?-pregunté.
-Bryan-dijo desde fuera-. es la hora de cenar, ¿vienes?
-Espera, en seguida salgo.
-¿Quién es él?-preguntó Laura en voz baja.
-Bryan...-dije sonrojándome, desvié la mirada.
-¿Tu novio?-rió.
-Algo por el estilo-sonreí-. ¿Te apetece venir? Siéntate con nosotros.
-Sí-dijo con ilusión.
   Al salir, Bryan se quedó mirando a Laura, no me sentí celosa... ¿qué me estaba pasando? Me vino a la mente el sueño en el que salía Mark... ¿Realmente sucedería eso? Cada vez estaba más segura de que sí.
-Bryan, ésta es Laura.
-En... encantado-¿de verdad tanto le fascinaba? No estaba celosa, simplemente de mal humor. Tenía que distraerme... pensé en coger el iPod.
-Esperad, ahora vuelvo.
   Entré, busqué en la mochila y encontré el iPod... y también una carta.
   Me reúne con Bryan y Laura en la cafetería, se lo estaban pasando genial, según parecía. Me senté, subí los pies a la silla, saqué la carta del bolsillo y empecé a leer:
  Querida Samantha,
como te dije, volveremos a vernos... no te asustes, las apariencias engañan... no soy como todos dicen. 
¡Ah! Una cosa, dile a tu novio que no quiero hacerte nada, no sé por qué cada vez que me ve reacciona tan mal...
Bueno, te espero mañana a las 19:30 en el árbol... en el que te quedaste dormida (no preguntes cómo lo sé). 
Me estoy volviendo loco, ¿sabes? Desde que empezaron a hablar de ti me tienes intrigado. Quiero saber cosas sobre ti. 
El otro día, cuando nos miramos... noté algo, bueno, ya te lo contaré
Adiós...      
                                                                                          ...Mark.


   Una lágrima cayó por mi mejilla, me puse los auriculares y encendí el iPod. Mi canción preferida, un poco triste, sonaba mientras yo pensaba una vez más en el sueño. Después de leer la carta y después de haber soñado con Mark... cada vez estaba más segura de que me gustaba... pero, ¿y Bryan? ¿Ya no me importaba? Recordé los momentos que habíamos pasado juntos: cuando me salvó en el lago, los ratos que pasamos en las piscinas... En menos de media hora todo quedó aclarado. Estaba enamorada de Bryan, ¡le amaba! Mientras aclaraba todos mi sentimientos, lloraba sin control. Bryan me miraba y Laura intentaba distraerlo.
   Me levanté para ir al aseo, necesitaba despejarme. Después de estar allí cinco minutos, llegó Angélica.
-Hola, Sam-dijo entre risas-. ¿La nueva nos está haciendo la competencia?-se puso seria.
-Eso parece-contesté disimulando.
-Sam, si él está contigo no creo que le guste otra-me quedé mirándola, ¿desde cuándo me trataba tan bien?-. Te puedo asegurar una cosa, si él te quiere y tú le haces feliz... no tengo por qué seguir con esta guerra estúpida y sin sentido.
-Eh... Angélica... ¿estás hablando en serio?
-Sí, además... ya tengo otra a la que torturar... y encima nos molesta a las dos. Hay que separar a esa arpía de Bryan... él te ama a ti y no quiero que esa chica corrompa su mente.
-Angélica, ¿me estás diciendo que quieres ser mi amiga? Me estoy confundiendo un poco...
-Sam, céntrate. Somos amigas. Y la chica nueva sobra. tenemos que aunar nuestras fuerzas para sacarla de en medio. Al lado de Bryan debes estar tú y nadie más.
-Gracias, me alegra ver que al fin seas mi amiga.
   Salimos juntas a la cafetería, riendo. Nos despedimos con un abrazo, y todos se nos quedaron mirando.
   Llegué a la mesa, me puse los auriculares y volví a leer la carta... me deprimía infinitamente todo este tema... , y sólo Bryan parecía darse cuenta; aunque en público no quería preguntar.
   En toda la noche no probé bocado alguno. Necesitaba aclarar las cosas... al día siguiente iría al punto de encuentro.
   Nos levantamos para marcharnos, Bryan me cogió de la mano y Laura desvió la mirada. ¿Estaba celosa? 
<<Bryan, tenemos una conversación pendiente aún>>
<<¿Es necesario que sea ahora?>>
   Le dirigí una mirada una mirada asesina.
-Ahora-dije en voz alta.
-Bueno, chicos... yo mejor me voy... Luego hablamos, Sam.
   Esperamos a que Laura desapareciera en la oscuridad para comenzar a caminar hacia el lago.
-¿Por qué estabas llorando antes? La carta que tenías, ¿de quién era?-supuse que sólo era preocupación.
-No es nada-desvié la mirada-. No tienes por qué preocuparte.
   Paramos a mitad de camino. No me sentía con fuerzas de seguir andando. Me senté en el suelo y apoyé la espalda en el tronco de un árbol.
<<¿Estás bien, Sam?>>
<<Sí, no es nada>>
   Cerré los ojos, encogí las piernas y las rodeé con los brazos. ¿Por dónde podía empezar a preguntar?
<<¿Por qué no me lo contaste? ¿Era necesario verme deprimida, moribunda y a punto de morir?>>
<<Sam, lo siento... es que no te lo puedo contar>>
-¿Que no me lo puedes contar? Bryan necesito saberlo. Es mi vida, no la tuya.
-Lo siento-se acercó a mí, me cogió las dos manos, estábamos muy cerca.
-Por favor-me susurró al oído. ¿Tan difícil era dejarme llevar? ¡No! Tenía que conseguir resistirme-. ¿Cuándo te he fallado?
-Cuando no me lo contaste-dije con toda la frialdad que pude-. Cuando me ocultaste lo más importante de mi vida.
-Sam...
-No. Ya no más-estaba casi llorando, cerré los ojos y las primeras lágrimas salieron de mis ojos. En realidad no quería hacerlo-. ¡Vete, Bryan!-grité-. ¡Márchate y no vuelvas nunca!
-Sam...-estaba muy dolido.
-¡Vete!-¿por qué le decía todo aquello? ¡No tenía sentido! ¡Le amaba!
-Sam, no nos hagas esto.
-No te acerques a mí-me iba a estallar la cabeza, me vinieron a la mente de nuevo todos nuestros momentos juntos-. Te quiero, pero no puedo estar con alguien que me traiciona de esta manera-justo después de terminar la frase me arrepentí.
   Le toqué los labios con la punta de los dedos. Necesitaba darle un beso... pero no me atrevía, no quería darle esperanzas. Se fue acercando más aún.
-Bryan-no podía dejar de llorar.
-Por favor, Sam... No nos hagas esto...-sus labios y los míos casi se rozaban-. Sabes que estamos hechos el uno para el otro.
   Me dio un beso...el último; los dos lo sabíamos. Me puso la mano en el cuello y me dejé llevar... Mis manos, apoyadas en el árbol, empezaron a irradiar calor... y el fuego comenzó a extenderse por el árbol.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

***Capítulo 6: Confesiones***

Aparecimos en medio del bosque. Abrí los ojos, le solté la mano y, sin mirarle, empecé a caminar hacia mi cuarto. Él iba detras de mí.
-Sam...
-¿Qué?-dije sin parar de andar.
-Lo siento...
-¿Que sientes el qué, Bryan?-paré en seco-. ¿El no haberme contado nada o el haberme mentido sobre quién soy?-como no hablaba, seguí caminando.
-Sam, lo siento... -al ver que no le hacía caso, lo intentó de nuevo-. ¿Qué querías que hiciera? ¿Que te lo contara todo? Sam, ¡no me habrías creído! ¡Me habrías tomado por loco!-me eché a reir, en cierto modo, tenía toda la razon.
-Vale, te habría tomado por loco y ademas no te habría dirigido la palabra en semanas.
-Es un consuelo, al menos te as reído... ¿Es una buena señal?
-Supongo-me di la vuelta y seguí caminando-. Pero sólo por esta vez...

   Me senté en mi cama, ¿cómo podía tener sueño después de dormir tanto? Miré a Bryan, estaba sombrío... más que antes.
-¿Me lo vas a contar todo?-pregunté un momento más tarde.
-Sólo lo que yo sé, que no es poco.
 >>Cuando tuviste el accidente... bueno, sí, el accidente...
-¿Qué quieres decir con eso?-Desvió la mirada-. Bryan, por favor... acabo de ver a mi padre, se supone que estaba muerto, ¿y no me vas a contar nada?
-Bueno... si lo miras de ese modo... tu padre no es como los demás, tiene algo.
-Y... ese algo, ¿qué es?
-Poderes, tu padre es hechicero... y no precisamente uno del montón.
-Ahora viene cuando yo me lo creo, ¿no?
-Tú misma, pero últimamente te pasan cosas muy raras... es muy posible que seas su Heredera.
-¿Qué?-dije incrédula- ¿Su... Heredera?
-La... la hechicera más poderosa..., después de él, claro.
   Me quedé pensativa unos minutos... ¿Todo lo que me estaba contando era cierto? Pero... yo no creía en la magia, ¿cómo podía ser verdad?
La magia no existía... pero... ¿y lo de parar el tiempo? Hacía ya unos cuantos días que no pensaba en eso...

   Miré a Bryan, sus ojos de hielo se cruzaron con los míos. Hielo y agua, un choque mortal... Me asusté, de alguna manera, supe que no me estaba mintiendo.
-Me tengo que ir, Bryan... Lo siento.
-No pasa nada, lo comprendo.

   No esperé a que Bryan saliera de mi cuarto, comencé a correr. Necesitaba llorar... Me fuí a mi lugar preferido: una roca en medio de la cascada del lago. Me caían gotas, me estaba mojando entera...

   De repente, sentí una mano en el hombro, me di la vuelta... era Joe. Se sentó a mi lado, me miró fijamente. Una lágrima cayó por mi rostro. Me quedé contemplando el agua en calma.
-¿En qué piensas?-preguntó para romper el silencio.
-¿Cómo sabías que estaba aquí?
-Intuición masculina-me hizo sonreír al menos-. Tenemos que hablar.
-Dispara, por algo has venido.
-No quiero que te tomes a mal lo que te quiero decir, Sam. ¿Me prometes que no te enfadarás?-asentí-. Es algo... que no te va a gustar mucho...
-Dilo.
-No me gusta tu novio... oculta algo.
-¿El qué?-pregunté nerviosa.
-Ni idea... pero sé que te oculta algo gordo.
 >>El otro día lo seguí hasta el lago, se metió en el agua y no salió hasta un rato después. Sé que no me vas a creer, porque es prácticamente imposible, pero es lo que vi. ¿Me crees?
-Yo... Joe... es...-tartamudeé. Una lucecita se encendió en mi mente-. Tú mismo lo has dicho, no es posible-me levanté y me fui.
   Tenía que hablar con Bryan, mi hermano lo había visto en el lago... ¿haciendo qué? Me había intrigado, en ese lugar había algo importante... y mágico. De todos modos, tenía que averiguarlo. Mi padre lo sabría ¿no? El problema era... ¿cómo hablaba yo con mi padre, si ni siquiera sabía dónde estaba? Aunque... a lo mejor...
-¡Sam!-me gritó Jessica al oído-. ¿Estás sorda?
-Eh... Ah, hola, Jess. Perdona, iba pensando en... bueno no importa.
-Tengo que contarte algo-dijo sonriente.
-Cuenta, cuenta-dije fingiendo entusiasmo.
-¿Sabes quién es Mark? ¿El enemigo de Bryan, por decirlo de alguna manera?
-Mmm... -medité un momento-. Sí, creo. ¿Por qué?
-Ha vuelto al internado.
-¿Ya? Se fue hace tres días... ¿Tan mala persona es?
-Nunca has hablado con él, ¿no?
-No...
-Bueno, eso lo explica todo... Ups... me voy que viene Bryan-me dio dos besos en la mejilla y se marchó.
   Me giré y me encontré cara a cara con Mark. Nunca lo había tenido tan cerca... tampoco le había prestado mucha atención. Nos miramos a los ojos, sus ojos negros... tenían un aire misterioso y peligroso, quería apartar la mirada, pero no podía. Me sentía frágil, indefensa... Era como si él lo supiera todo sobre mí... incluso lo que yo no sabía aún. En ese momento Bryan me apartó suavemente, se lo agradecí con una sonrisa.
-Como te acerques a ella...-amenazó a Mark.
   Éste se dio la vuelta y se alejó entre la multitud. En mi mente resonaron tres palabras que después me acarrearían varias pesadillas: <<Volveremos a vernos>>. Ésa no era la voz de Bryan, ¿sería la de Mark? Era casi imposible... ¿o no?
   ¿Por qué no podía ser una chica normal? Mi vida estaba en continuo peligro, una y otra vez... mi padre, supuestamente muerto, ahora estaba vivo y, encima, era hechicero... y además, al parecer, yo había heredado sus poderes... para colmo, el chico más rebelde del internado parecía tener cierto interés en mí, y no sabía hasta qué punto... ¡El colmo de la normalidad!
Mientras yo me ensimismaba en mis pensamientos, Bryan me había llevado de la mano hasta su cuarto. Sus tres compañeros estaban viendo un partido de baloncesto en el ordenador. Nos sentamos en la cama de Bryan.
-Mira, el de la izquierda es Alejandro, el de la derecha es Nicolas y el del centro es Jack-me dijo en voz baja-. Cuando los conozcas te caerán genial.
-Seguro...-dije aún un poco distraida.
-¿En qué piensas?
-En... lo que ha pasado antes
-Ah-inmediatamente se puso alerta.
-¿Qué te pasa con él? Quiero decir... ¿Qué te ha hecho para que le trates así?
-Nada...-evitó mirarme a los ojos.
-Bryan... me lo puedes contar..., si quieres.
-No es nada, en serio...-me miró a los ojos con intención... le veía venir de lejos... Se acercó lentamente, en el fondo quería besarle... pero me había mentido. Aparté la cara.
-Bryan...-dije bajando la mirada-, no hagas como si no hubiera pasado nada... sabes que no va a ser lo mismo...
-¿En qué sentido?-preguntó abatido.
   Le miré, triste. Le quería, sí, pero me había traicionado... ésa era un de las cosas que yo no perdonaba fácilmente. Tenía que cambiar de tema, como fuera...
-Bryan, tienes que tener cuidado...-me miró confuso-. Mi hermano te vio en el lago... me ha dicho que tardaste mucho en salir a la superficie... ten cuidado...
   Me levanté, le di un beso en la mejilla y me fui... necesitaba estar sola. Me dirigí al bosque. Me senté entre las raíces de un gran árbol, el rey del bosque. Me acurruqué y comencé a llorar... horas después me dormí.

   Volvía a estar cara a cara con Mark, pero sus ojos ya no eran peligrosos... En ellos creía ver... ¿qué? ¿cariño? ¿ternura? No podía ser. Me di la vuelta, esperando ver a Bryan, pero él no se encontraba allí, ¿dónde estaba? De pronto, sentí un vacío dentro de mí, y supe que él ya no estaba. Una lágrima cayó por mi mejilla a la luz de la luna. Grité, lloré, me desahogué en brazos de Mark... incluso llegué a herirle... pero él me seguía abrazando. Me rendí, dejé de luchar... y caí al suelo de rodillas, Mark se arrodilló conmigo. Le volví a mirar a los ojos... en ellos había pena. Me acarició la mejilla, era dulce, muy dulce conmigo. Me trataba como si me pudiera romper en cualquier momento.

   Me desperté agitada. ¿Otro sueño mas? Era imposible que este se hiciera realidad... pero, por otro lado, era mucho menos fantástico que el anterior. En el sueño, ¿Bryan ya no estaba? ¿O simplemente ya no me importaba? Además, Mark... ¿era en realidad así de dulce y cariñoso? Tenía que averiguarlo. Y Bryan... tenía que hablar con él, no me bastaba con esquivar sus besos, retirar la mano y evitar sus miradas. Le quería, pero no podía estar al lado de una persona que podía ocultarme algo tan grande, o eso me dije a mí misma.
   Me levanté poco a poco, estaba débil, demasiado. Me encaminé hacia mi cuarto... no sabía ni en qué día estaba; lo miré en el móvil: nueve de noviembre. Habían pasado dos días desde que vi a mi padre. No sentía lo mismo por él, lo veía como a un desconocido... no tenía la confianza que había tenido antes.

lunes, 25 de octubre de 2010

***Capítulo 5: Problemas y más problemas***

  Le cogí de la mano y fuimos a las piscinas. Me senté en el borde de una de las piscinas grandes, él se sentó a mi lado. Lo notaba un poco raro... tenía la mano helada. En un acto reflejo, le toqué la frente. ¡Estaba ardiendo! Me asusté.
-Bryan, estás ardiendo-le susurré.
-No pasa nada... es normal.
-¿Normal?-pregunté casi histérica-. ¿Puede ser que tengas más de 40 de fiebre y tú dices que es normal?
-Ya lo comprenderás... Esta noche voy a hablar con él-dijo cambiando de tema-, y mañana sabrás todo... creo. No intento asustarte... ni nada por el estilo..., pero... si no me deja contarte nada... tendré que irme-me quedé de piedra.
-¿Cómo que tendrás que irte? ¿Dónde?
-Donde tú no me encuentres... pero eso ahora no importa. Mañana hablaré contigo ¿sí?
-¿Esto es una despedida?-pregunté con tristeza.
-Sólo es un buenas noches-se acercó y me besó.
   Le sonreí. Le devolví el beso, me levanté y me fui. Por el camino, pensé en ir a ver a mi hermano. Fui a su cuarto, pero no abrió nadie... supuse que no habría nadie o estarían durmiendo. Recordé las palabras que me había dicho... << Lo he falsificado todo >> ¿Le habrían pillado? No podía ser...  ¡No podía ser! Dejé de pensarlo y me fui a mi cuarto. Al entrar encontré una nota en el suelo... la habían metido por debajo de la puerta. La abrí, era de Joe.
 
   HOLA HERMANITA:
¿QUÉ TAL? ESPERO QUE BIEN... TE ESPERO EN EL LAGO ¿VALE? VEN, ES IMPORTANTE.

   Me pilló desprevenida. ¿Para qué quería ir al lago? Y, ¿qué era tan importante? Me quedé unos segundos pensativa, volví a leer la nota y salí de mi cuarto. El tiempo que me llevó ir hasta el lago se me hizo eterno. Primero, empecé a paso lento... después, aceleré al máximo... me caí, tropecé varias veces, me arañaba con las ramas de los árboles... pero nada me detenía... Y, al llegar, ahí estaba. Joe, con su postura de siempre: los brazos alrededor de sus piernas encogidas. Tenía la mirada perdida. ¿En qué estaría pensando? Me senté a su lado, no quería interrumpirle. Hasta que no pasó un rato, no se dió cuenta de que yo estaba a su lado. Me miró a los ojos... estaba como nervioso y asustado a la vez. Me abrazó.
-Sam...-me susurró al oído. Definitivamente estaba nervioso... y protector-. El chico con el que estabas antes...
-Bryan-dije automáticamente-. Vale, ¿qué pasa con él?-pregunté separándome bruscamente de él.
-Pues... no me da buena espina... Sam, ¿te guarda algún secreto?
   ¡Bien! La pregunta del millón. Ahí ya no sabía qué hacer, ¿qué le contaba? ¿que había parado el tiempo? No podía contarle nada. Era... un secreto entra Bryan y yo... y Él, aunque ni siquiera lo conocía. Confiaba en él.
-No, creo que no- esta vez no notó que mentía.
-Entonces, preséntamelo.
-¿Qué?-pregunté atónita-. ¿Para qué?
-¿No me piensas presentar a tu novio?-me dijo sonriendo.
-Mmm... puede- comencé a reírme.
-¿Nos vamos ya? Mañana tenemos clase, ¿sabes?
-Sí, y yo algunos asuntos que resolver.
-¿Qué?
-Nada, pensaba en voz alta-dije, disimulando un poco.
   Nos fuimos caminando, cada uno pensando en sus cosas... El paseo por el bosque se me hizo eterno. ¿En qué estaría pensando Bryan? ¿Me habría creído? No estaba muy segura. Entonces, empecé a marearme, me cogí al brazo de Joe. No veía nada o, más bien, lo veía todo blanco. ¿Qué me estaba pasando? Luego vino el dolor de cabeza ¡¡me iba a estallar la cabeza!! Quedé arrodillada en el suelo, con las manos en la cabeza.
-¡¡Joe!!-grité-. Por favor, ¡¡ayúdame!!
   Mi hermano me abrazó, pero eso no hacía nada, él lo sabía. Mientras yo chillaba y me retorcía de dolor, él me acariciaba y me sujetaba para que no me hiciera daño.
   Estuvimos así toda la noche; durante un rato creí ver una figura alejándose de mí. También un rostro... en el que se adivinaban unos ojos azules, azules como el hielo.
   Al alba, cuando el cielo ya era de color anaranjado, todo paró de golpe. Estaba en brazos de Joe. Mi cabeza reposaba en su hombro. Apenas fui consciente de que me llevaba a mi cuarto.
 
 
   Me desperté tarde, suerte que era sábado y no habían clases... Miré el reloj: las once y media. Intenté levantarme, pero no podía. No sentía las piernas. Lo volví a intentar... y nada. Comencé a llorar, ¿por qué me estaba pasando todo esto? Las lágrimas me caían por las mejillas. Me ardía la cara... ¿tenía fiebre? No, me había dado un ataque de ansiedad. No podía dejar de llorar... ¡no podía parar! Alguien llamó a la puerta.
-Sam, abre. Sé que estás ahí-era Bryan...-. Por favor, abre.
   ¿Cómo podía decirle lo que me pasaba si ni siquiera podía hablar? Entonces, se me ocurrió algo: si llegaba asta el despertador... y hacía que sonara... a lo mejor... Alargué el brazo... casi llegaba... sólo un poco más. Lo probé de nuevo y... lo conseguí.
   Bryan escuchó el despertador... miró el reloj y sospechó que algo pasaba... ¿cómo sabía yo todo eso? ¿cómo era capaz de verlo si la puerta estaba cerrada? Me estaban pasando cosas muy raras. Entonces, me sentí capaz de gritar.
-¡¡¡Bryaaaaaan!!!
-¿Sam?-perguntó asustado-¿Qué pasa?
-No... puedo...-se me apagó la voz.
-¿Sam?-No contesté-. ¿Estás bien?
   Me quedé callada... ¿por qué no podía hablar? Cerré los ojos y me quedé inconsciente.
   Desperté horas después, agotada, no estaba en mi cuarto... ¿dónde estaba? Me encontraba en una habitacion de forma redondeada, sin esquinas; de color negro. Sólo había una mesita de noche junto a la cama, un estante con dos libros y un armario; todo del mismo color que la pared, negro.
   Intenté levantarme, esta vez sí lo conseguí. Me dirigí hacia la puerta. Me asomé al pasillo, no había nadie, pero se oía un murmullo apagado, como si alguien estuviera manteniendo una conversación a lo lejos. Elegí el pasillo de la derecha. Había muchas puertas, todas ellas estaban cerradas.
   Al fin, llegué a la puerta de la que salían las voces y entré. Me quedé de piedra al ver quién había dentro; mi padre. Se me saltaron las lágrimas, ¿esto era un sueño, no? Mi padre estaba... ¿vivo? Entonces, reparé en la otra persona que había allí; Bryan.
-Tú... ¿lo sabías?-le pregunté.
-Sam...
-¿LO SABÍAS?-grité.
-Sí-dijo bajando la cabeza-. Lo sabía.
-¿Por qué no me lo habías dicho?-pregunté dolida.
-Porque yo no se lo permitía-dijo una voz detrás de mí. Era mi padre.
-¿Por qué?-dije sin darme la vuelta-. ¿Por qué mi padre está vivo y yo no lo puedo saber?
-Sam, relájate-me aconsejó Bryan.
-¿Y qué pasa si no lo hago?
   Mi padre le dirigió una mirada significativa. Mire a Bryan, sus ojos de hielo se clavaron en los míos... ¿Qué me estaba haciendo?
-Nnnn... no-conseguí decir antes de caer dormida en brazos de mi padre.

<<¿Por qué tienes que enfadarte con tanta rapidez, Sam?>> dijo Bryan; no lo dijo en voz alta, lo dijo en mi mente.
<<Si tú me lo hubieras contado todo no habría pasado nada de esto, Bryan.>>
   Abrí los ojos lentamente, había una luz cegadora, proveniente de la linterna de mi padre. Me levanté y miré a Bryan.
<<No hagas nada, esta vez no voy a gritar>>.
-Papá...-sonaba raro después de tanto tiempo-. ¿Cómo... lo hiciste?
-¿El qué... hija?-¿Aún me consideraba eso?
-¡Dejaste morir a mamá! ¿Por qué?-dije con lágrimas en los ojos.
-Samantha... no lo entenderías.
-¿Cómo fuiste capaz?...-me estaba poniendo nerviosa, debía relajarme si no quería dormir de nuevo-. Eres un miserable-dije con toda la frialdad de la que fui capaz.
   Observé a Bryan. Estaba sereno, sombrío, frío, distante... Quería hablar con él...
<<Dime, Sam>>
<<¿Qué?>>
<<¿De qué quieres hablar??>>
<<¿Por qué no me lo contaste?>>, empecé a llorar.
<<Es... complicado. Si me das otra oportunidad, te lo contaré.>>
   Asentí.
-¿Queréis volver?-dijo de pronto mi padre.
   Bryan me miró; <<Sí, Bryan>> Me cogió la mano, <<Cierra los ojos, Sam, esto te va a marear>>, le obedecí. Empezamos a dar vueltas y vueltas.

miércoles, 20 de octubre de 2010

***4: "MI" Bryan***

Miré el reloj, eran las ocho y media, debía ir al comedor... había quedado con Bryan. No me sentí con ánimos de ir... Pero se lo había prometido. Cogí la chaqueta y me fui. Al principio, fui caminando, pero después, para que Bryan no pensara que le había dejado plantado, fui corriendo. Cuando llegué al comedor, busqué a Bryan con la mirada. Estaba en nuestra mesa, mirando el reloj. No me preocupé ni siquiera de mirar a los demás. Avancé hasta nuestra mesa.
-Perdón por el retraso... lo siento...
-Hola, no pasa nada.
   Me senté a su lado, le miré y él me cogió la mano. Entrelazamos nuestros dedos.
-¿Estás bien? Angélica va diciendo que te ha visto llorando...
-No. No estoy bien... ¿si el director te dijera que no puedes llamar a tu hermano y cuando lo llamas a escondidas él te dice una cosa que puede cambiarte el futuro para mal qué harías? ¿Sonreír y fingir que todo va bien? Yo no puedo hacer eso...-las lágrimas corrían por mis mejillas-. Créeme si te digo que no puedo.
   Me abrazó. Me pilló desprevenida, pero seguí llorando. Todo el mundo que pasaba por nuestro lado nos miraba y murmuraba. Yo oía todo lo que decían. Paré de llorar, pero seguí en el hombro de Bryan. Quería seguir escuchando. De repente, me vino una idea a la cabeza: le contaría a Bryan todo lo que me estaba pasando.
-Bryan... tengo que contarte una cosa.
-Dispara-esa era su palabra preferida cuando tenían que preguntarle o contarle algo.
-Es que... cuando entré en el despacho parecía que no había nadie, pero yo sabía que él estaba allí porque oía su respiración y sus latidos... sé que no me vas a creer... pero ahora mismo mientras lloraba, oía lo que decían cuando pasaban por mi lado, aunque te parezca imposible... y, aunque no me creas...
-Te creo-me cortó-. Y sé lo que te pasa... porque a mí también me ocurrió al principio... Esta noche hablaré con él y, si quiere, vendrás conmigo mañana para comenzar tu entrenamiento y, cuando lo acabes, podrás ayudarme.
-¿Él? ¿Quién?
-Todo a su tiempo, Sam. Todo a su tiempo.
-Pero...
-Sí-me volvió a cortar-, tienes curiosidad, ya lo sé-empezamos a reírnos-. En serio, Sam, todo a su tiempo.
   Lo notaba serio, pero no distante, y eso me reconfortaba. Todo empezaba a ser tan distinto de una vida normal... se tornaba raro y fantástico... y, para alguien sin imaginación, imposible.
-¿Nos vamos al lago?-pregunté como si nada, cuando Angélica pasaba por nuestro lado. Él pilló la indirecta.
-Claro- se levantó, me dió un beso y todos se quedaron mirando. Angélica tiró su bandeja al suelo irritada. Y yo me reí de todo. Bryan me miraba y sonreía. Al ver de nuevo la cara de Angélica me entró la risa otra vez. Hasta que no salimos del comedor no pare de reírme.
-Y yo que pensaba que ésta sería la noche más triste de mi vida...
-¿Todavía sigues preocupada por lo de tu hermano?-asentí-. Pero... si todo se solucionara, ¿estarías contenta?
-¡Pues claro! ¡Me sentiría capaz de todo!
   Corrimos por la espesura del bosque, reíamos y jugábamos a que éramos seres fantásticos. A veces, Bryan parecía ser fantástico de verdad. En el lago, descubrimos un banco de peces amarillos y azules, eran preciosos. Algunas veces, Bryan se columpiaba en las lianas y se zambullía en el agua... Hoy me cogió por la camiseta a medio camino y me tiró al agua, segundos después fingía que no le hablaba.
-¡Oh, venga vamos...! ¡No te enfades!
-¡Pues para de tirarme al agua como si fuera un pez!-al escucharme a mi misma, me entró la risa y me dejé llevar.
-¿Y si fueras un pez?
-No sé cómo lo harías...
-Pues yo sí-entre el tono de su voz y su postura, provocó tal contraste que me entró la risa... otra vez.
-Vamos, quiero cambiarme de ropa-dije. Le cogí de la mano y le arrastré literalmente hasta la linde del bosque.
-Pero, ¿por qué tienes tanta prisa?-preguntó riendo.
-Porque... tengo que... hacer una cosa.
-¿Qué cosa?-preguntó-. Tengo curiosidad...
-¡Eh! ¡Esa es mi frase!-dije socarronamente y me sonrió.
   Corrimos a través del bosque, pero, a la mitad, nos detuvimos, no podíamos más. A partir de ahí fuimos caminando, cogidos de la mano. Era increíble saber que, al fin, estaba con alguien que sabía valorarme, que no me quería para utilizarme. Cuando estábamos a punto de salir del bosque y nos encontramos con las piscinas, intentó tirarme al agua.
-Pero, ¿qué haces?-chillé casi histérica.
   Fingí cabrearme. Entonces, él me empujó al agua, esta vez caí dentro; pero al caer, le agarré de la camiseta y cayó conmigo.

             .   .   .

   Nos detuvimos entre los dos pabellones. Todos salían para ir a los baños, era la hora de la ducha. Nos pusimos uno frente a otro; él me miraba, yo jugaba con la cremallera de su chaqueta mojada. Me cogió la mano y le miré para ver su expresión, ¿estaría molesto por algo? Pero en lugar de eso, me encontré con su rostro lleno de alegría, radiante de felicidad.
-¿Qué...?-me interrumpí al ver que él miraba detrás de mí. ¿Qué podía estar mirando? Me di la vuelta y solo pude decir una cosa.-¡¡¡JOE!!!-salí corriendo en su dirección. ¡Casi nos caemos del impacto!- Pero... me dijiste...
-Olvida lo que dije. Estoy arto de tener que esperar para verte sólo los fines de semana...
-¿Entonces...?
-Lo he falsificado todo...-me susurró al oído-. Después te lo cuento, tengo que darme una ducha no sé si lo sabrás...-me dió un beso en la mejilla y se fue.
   Me di la vuelta lentamente, por si Bryan no estaba. Pero me equivoqué. Lo miré, me sonreía como nunca lo había hecho. Cuando llegué junto a él, le miré a los ojos, él me devolvía la mirada.
-¿Tienes algo que ver con esto?-pregunté sonriendo-. Y no me mientas.
-¿Yo? ¿Mentir? ¿Cuándo?
-¿Empiezo ahora o dentro de un rato?
-Nunca-dijo acercándose más a mí.
-¿Y eso cuándo es?-empezamos a reírnos. Me descuidé un momento y me atrapó en su mirada. Parecían una puerta hacia el alma... pero no encontraba la llave, tal vez porque él no me la había dado... Acercó su rostro al mío, sus labios a los míos... y me dio un beso. Sus labios se movían por los míos como cubitos derritiéndose, estaban helados y mojados. Mientras, todo el que pasaba cerca de nosotros silbaba, cuchicheaba y reía.
-¿Nos vemos después?-pregunté socarrona.
-Después, ¿cuándo?-preguntó, agudo.
-Después...-me reí.
    Llegué a mi cuarto; cogí una mochila, metí la toalla, la ropa y la bolsa de aseo. Me fui a las duchas femeninas, las masculinas estaban justo en frente. Nunca me había bañado con nadie delante, así que fue un alivio ver que las duchas eran individuales. La delegada de nuestro pabellón me dio la llave de mi taquilla: la 347; la combinación... era un poco complicada.
   Después de vestirme (muy rápida), dejé las cosas en la taquilla y me dirigí a la  puerta de en frente: las duchas masculinas. A la vez que yo pasaba, todos se tapaban o se escondían... mientras yo sonreía descaradamente; total, no me interesaban... Me acerqué a un chico que ya estaba vestido.
-¿En qué ducha está Bryan?-le susurré al oído.
-La segunda de la izquierda-contestó en el mismo tono.
   Me despedí de él con un gesto de la mano y fui a la ducha indicada. Abrí y... ahí estaba él, poniéndose los zapatos.
-Pero, ¿qué...?-le puse un dedo en los labios.
-Sólo dije "después"-le sonreí-. ¡Vamos!
   Le acompañé a su taquilla, ¡casi pillo la combinación! Luego me cogió de la mano y echamos a correr. Al salir, aminoramos el paso.
-¡Estás loca! ¡Definitivamente lo estás!-dijo sonriendo muy, muy cerca de mí.
-Ah, ¿sí?-me hice la inocente.
-Sabes que podría haberte visto tu hermano, ¿no?-dijo con malicia.
-¡Bah! ¿Y qué me va a hacer? Máximo pelea en su cuarto...-me eché a reír nada más que de pensarlo-. Como siempre, él gana.
-Y ¿si te ve conmigo?
-No creo que pase nada... bueno, sí...
-¿Qué?
-Me pondré como un tomate-dije y se echó a reír.
-Eso habría que verlo...-me susurró al oído.
-Eres... retorcido... pero yo... lo soy más-me aparté de él.
-Oh, vamos... Ya sé que eres retorcida...
-¡Ah! ¿Que soy... retorcida?-pregunté fingiendo estar enfadada-. Has caído muy... bajo.
-Pero... ¿me estás tomando el pelo no?
-¡Pues claro!-me acerqué y le di un beso.

sábado, 9 de octubre de 2010

jueves, 7 de octubre de 2010

***Capítulo 3: Nuevos Descubrimientos***

   Unas horas después, me desperté. Estaba empapada, en la orilla del lago. Bryan estaba a mi lado, también muy mojado. Lo miré con alegría y miedo a la vez, no debía estar con él. Quise hablar pero me tapó la boca con la mano. Cogí su mano e intenté quitarla de mis labios.
-No hables. Tienes que descansar-me dijo con un tono frío y distante-. No hace falta que me lo agradezcas.
-Pero te mentí. Sí te quiero. En el comedor... una chica rubia, muy popular, me siguió hasta el baño. Era capaz de ahogarme si no me separaba de ti, me dijo que no te vería más, que no sentiría tu presencia frente a mí nunca más...
-Calla, calla, calla... Lo sé. Jessica estaba en el baño. Me lo ha contado todo en el desayuno. Fui a buscarte a tu cuarto y, como no estabas,  pensé que estarías aquí. Y acerté. Aunque debo añadir que casi me da un infarto cuando te vi en la superficie del lago inconsciente. Me has dado tal susto que casi me ahogo yo también.
-Eso, al menos, me consuela un poco.
-Entonces, ¿eres capaz de alejarte de mí para poder verme?-asentí- Me aprecias más de lo que merezco.
-Puede, pero eso no quita que seas mi pasatiempo favorito-comenzó a reírse.
-Aún tienes el sentido del humor intacto...
-Lo reservaba para ti-dije sonriendo.
-Aún no me has contado que ha pasado para que te hayas quedado sin aire... no era profundo.
-Lo sé. Había una roca que resbalaba y... al lado había algo... no sé el qué... me ha atrapado y no me podía soltar.
-Qué raro ¿no?
-¿El qué?
-Que sólo tú hayas resbalado con la misma roca que yo.
-Me tengo que ir... tengo que llamar a mi hermano desde el despacho del director...
-Te acompaño, si alguien te ha visto conmigo y se lo dice a Angélica no me verás más. Así que, mejor que lo vea ella, la dejaré en ridículo delante de todos.
-Tienes un lado perverso, ¿me equivoco?
-No, mi abuelo fue un pederasta.
   Me frené en seco.
-Es broma-dijo riéndose.
-De todos modos me alegra que vinieras aquí... Significa que no te creíste del todo lo que te dije...
-No. Significa que no me lo creí.
-¿Me he perdido algo?
-Cuando me fui corriendo, iba a ver a Jessica, para ver si ella podía hablar contigo. No te puedes separar de mí así, sin más. Él no lo permitiría...-dijo pensativo.
-¿Él? ¿Quién?
-Nada. Cosas mías...
-Siempre me dejas con la curiosidad... Por cierto, ¿qué hora es?
-Las... -miró su reloj- once menos veinte...
-¿Ya?
-Has dormido bastante... estabas blanca como la cal...
-Sin detalles...
-A sus órdenes.
-¿Vas a tener siempre la última palabra? -se echó a reír.
   Llegamos a los pabellones de las habitaciones, nos encontramos con Angélica, la chica "mala" por llamarla de alguna manera. Íbamos cogidos de la mano. De repente Bryan me cogió de la cintura, me giró hasta ponerme frente a él, puso su mano en mi mejilla y me besó en los labios. Fue lo mejor que me había pasado jamás. Me dejé llevar y... todo el mundo se quedó helado. Todo paró de repente, menos nosotros. Nos observamos y miramos a nuestro alrededor. Todo estaba paralizado. Sentí el miedo agolpándose en mi pecho, estaba histérica.
-¿Qué ha pasado?- le pregunté- ¿Qué les está sucediendo?
-Has sido tú.
-¿Qué?
-Has parado el tiempo...-dijo con una voz tan débil que creí que me lo había imaginado.
-¿Me tomas el pelo? ¿Te crees que soy tonta?
-No, pero no crees en la magia... eso... no ayuda mucho...
-¿Y tú? ¿Crees en la magia?
-Bastante... he crecido con ella.
   Me miró unos minutos, parecía como si me hubiera paralizado yo también. Estaba pensando... en que no era posible que lo que me estaba pasando fuera cierto... pero si sí lo era... ¿cómo lo revertiría? ¿Qué haría para volver a las personas a su vida? ¿Sólo había pasado aquí o en todo el mundo? Era increíble lo que estaba sucediendo pero... a lo mejor si creía en mí misma podría revertir lo que había hecho.
-¿Cómo lo puedo deshacer? ¿Cómo...?
-Ven-dijo. Alargó la mano y me apartó un mechón de pelo de la cara-. Sólo tienes que dejarte llevar.
-¿Y cómo leches hago yo eso?-pregunté desesperada. Me pilló desprevenida. Puso su mano en mi mejilla de nuevo, se acercó lentamente y... me besó. No sabía qué hacer, así que me dejé llevar de nuevo. Era lo único que podía hacer. De repente, todo comenzó a moverse. Sonreí para mis adentros. Pero pensé que, a lo mejor, Bryan era el centro de mi poder. Comprendí que, aunque era casi imposible, había unas cuantas posibilidades de que eso fuera cierto. Sabía que todo había vuelto a la normalidad y que, seguro, todos nos miraban. Al pensar eso me entró la risa y Bryan rió conmigo.
-¿Qué pasa?-me susurró al oído.
-¿Nos estan mirando todos?-pregunté en el mismo tono.
-Sí. Pero, ¿tanto te molesta?
-No... me da vergüenza- me miró a los ojos y comenzó a reírse.
-Por algo hay que empezar para quitarse la vergüenza ¿no?
-Sí, tienes razón- y me besó de nuevo.
   Angélica se acercó, mirándome con desprecio.
-¿Significa eso que sois novios?
   Pensé en contestar, pero Bryan se adelantó.
-Sí, somos novios.
   Lo miré por el rabillo del ojo, él hacía lo mismo. Me sonrió y me guiñó un ojo. Le devolví la sonrisa.
-Te lo advertí-me dijo Angélica-. No me hiciste caso... ¿estás preparada para lo que te espera?
-Creo que sí, todo lo que tenga que pasar acabará sucediendo, al fin y al cabo ¿verdad, Bryan?
-Estoy totalmente de acuerdo, Sam.
-¿En serio? ¿Estás de acuerdo con ésta?- dijo Angélica enfatizando la última palabra-. No me lo puedo creer.
-Puedes empezar por asimilar que nunca estaré contigo... Luego, podrás con lo demás, creo.
-Angélica... -cogí la mano de Bryan-, no pienso acobardarme. Estoy cansada de tus chantajes.
-¿Qué?- dijo con desprecio- ¿Mis chantajes? ¿Lo ves? -le dijo a Bryan- Ahora se inventa cosas.
-Adiós, Angélica -le dijo Bryan fríamente-. No te acerques a ella o sufrirás las consecuencias -se dio la vuelta y nos marchamos.
   Me quedé pensando en las palabras que Bryan le había dicho a Angélica. Me entró la curiosidad al recordar sus últimas palabras. No sabía que Bryan fuera tan protector... Pero, aunque lo fuera... no creo que quisiera hacerle nada a Angélica... ¿o sí?
-¿Sufrirás las consecuencias?-pregunté haciéndome un poco la inocente.
-Era un decir... ¿te lo has creído?
-Más o menos...-contesté con la mirada baja-. Pero, ¿crees que me dejará en paz?
-Es posible-empezó a reírse-. Aunque me gustaría ver su cara si...
-Si...
-Nada, nada...
   Estaba completamente segura de que guardaba varios secretos... Pero, yo sola no podía averiguarlos... Pensé en hablar con Jessica. Pero ahora debía llamar a mi hermano... ya habíamos llegado.
-¿Luego nos vemos?-pregunté.
-Sí, en la cena... después, ¿te apetece ir al lago?
-Claro.
   Sonreí, llamé a la puerta del despacho y entré. Me dirigí a la silla, enfrente del escritorio. El sillón del director estaba al revés, pero sabía que había alguien, escuchaba sus latidos, su respiración. Pero, ¿qué me sucedía? ¿Por qué tenía el oído tan agudo? Tenía que estar alucinando... El sillón se giró.
-Señorita Davies... ¡Qué sorpresa!
-Hola, señor director.
-¿A qué debo tan tremendo honor?
-Casi me ahogo en el lago y...
-¿Querrías avisar a tu hermano?-me interrumpió.
-Sí, bueno, si usted me lo permitía...
-Pues... no. Tu asistenta social me prohibió terminantemente que te pusiera en contacto con tu hermano...
-Pero, ¿por qué tendría que hacer eso?
-No tengo ni idea...-dijo con un suspiro.
-Pero... ¿no puede hacer nada? Esto es un caso especial... ¡he estado a punto de ahogarme!-casi grité.
-¿Un caso especial?
-Bueno... pues... lo he intentado-dije aguantando las lágrimas-. Adiós, señor.
-Adiós, señorita Davies.
   Salí del despacho, fui caminando tranquilamente hasta la esquina y, cuando creí que nadie me veía, salí corriendo. En frente del pabellón de las chicas, me encontré con Angélica. Me cogió del brazo y me hizo volver la cara. Al verme llorando se quedó de piedra, aproveché la oportunidad, me solté y seguí mi camino. Llegué a mi cuarto, metí la llave en el cerrojo, pero no abría... Lo volví a intentar... Después de un rato, la puerta se abrió. Cerré la puerta detrás de mí y empecé a llorar más que antes. Cogí el móvil y marqué el número de Joe.
   Piii... piii... piii...
-¿Diga?
-¿Joe?-pregunté con la voz ahogada.
-¿Sam?-dijo en voz baja-. Pero, ¿qué haces? Si te pillan...
-Joe, ¿qué ocurre? ¿Por qué no me dejan llamarte?
-Saben que soñaste con la muerte de... nuestros padres... No sé cómo se han enterado...
-¿Quién lo sabe, Joe?-no me contestó-¿Joe?
-Tengo que colgar... Te quiero.
   Me colgó. Ahora estaba peor que antes, ¿qué estaba pasando? ¿Quién les había dicho lo de mi sueño?

lunes, 4 de octubre de 2010

***Capítulo 2: Complicaciones***

   Por la mañana, me desperté a las siete y cinco. Estaba ansiosa, pero no debería estarlo. Me levanté a las siete y cuarto, me vestí, hice la cama y salí a dar un paseo.Volví a las ocho menos diez. Minutos después, alguien dio tres golpes en la puerta. Abrí la puerta. Era él.
-Hola-dijo muy contento.
-¿Por qué tanto entusiasmo?-pregunté con mucha curiosidad.
-Pues...
-Puedes confiar en mí. Lo sabes, ¿no?
-Sí, por eso no quiero decirlo...-dijo con cautela.
-¿Me vas a dejar con la intriga?
-Puede que sí... o puede que te lo cuente... después de comer-empezó a reírse, no sé si por la cara de fastidio que puse, o por la satisfacción de fastidiarme.
-¿Te diviertes fastidiándome?
-Sí, solo porque estás preciosa cuando te enfadas...-me cogió de la mano y echamos a correr-. En serio.
   Llegamos a la cafetería y me abrió la puerta, muy amable, demasiado. Entré delante de él y me dirigí al mostrador de la comida y cogí un bollo y un vaso de zumo, él me imitó y fuimos a sentarnos en la mesa donde yo estaba la noche anterior. Todos nos miraban y parecía que sólo yo me daba cuenta de ello. Pero no podía apartar la mirada de sus ojos de hielo. Eran inexpresivos, fríos.
-¿Soy preciosa o te lo has inventado?-pregunté para romper el silencio-. Es sólo curiosidad...
-Tú siempre tienes curiosidad y sí, eres preciosa-me puse roja-. ¿Más preguntas?
-¿Cómo te llamas?
-Bryan, y tú eres Sam ¿me equivoco?
-Veo que por aquí se ha hablado mucho de mí...
-¿Por qué estás aquí?
  Me quedé clavada en el sitio. ¿Y ahora qué? ¿Se lo soltaba todo? ¿Y después qué? ¿Me iba? No sabía qué hacer. Me puse blanca, él se dió cuenta.
-No hace falta que me lo digas.
-Cuando yo esté preparada-le susurré al oído-, te lo contaré todo. Pero ni yo misma lo he asumido todavía. Lo siento.
-Tranquila... Lo siento, yo... Tiene que ser horrible para reaccionar de esa manera-dijo suavemente, como si le molestara que yo estuviera débil, pálida, depresiva.
-Sí, no sabes cuánto-se me escapó una lágrima, él me acarició la mejilla-. Pero, tú serás el primero en saberlo. Te lo prometo.
   Se quedó petrificado al ver que una de sus amigas, rubia, baja y delgada, se había levantado y se dirigía hacia nosotros.
-Hola-dijo-. Soy Jessica. ¿Cómo te llamas?-preguntó inocentemente-. No te conozco.
-Soy Sam...
-¿Samantha Davies? ¡Qué flipe! ¿Qué haces con éste?-preguntó de broma-. ¿No es poca cosa?
-Jessica-intervino Bryan-, sólo somos amigos. ¿Lo entiendes?
-Sí, vale. Pareces mi abuela, Ray.
   Miré a Bryan con curiosidad, él captó mi mirada y me sonrió.
-Es un diminutivo... aunque a veces me pone de los nervios...
   Comencé a reírme y Jessica conmigo.
-Me caes bien, Sam-dijo-. ¿Vienes esta tarde de compras al centro? Después de las clases, claro. No quiero que te saquen de aquí, acabas de llegar...-se quejó.
-No creo que me puedan sacar... más que nada porque...mis padres...-empecé a llorar-están en el cementerio...
   Todos los que estaban a mi alrededor me miraron, el comedor se quedó en silencio, Jessica se tapó la boca y Bryan me abrazó. Quería desaparecer, no quería que nadie me viera, debía salir de allí, lo necesitaba.
-Bryan... ¿podemos irnos? No soporto ponerme así, necesito aire...-le susurré al oído.
-Está bien. Jessica, ¿le explicas lo ocurrido a los profesores? No puedo dejarla sola, y menos después de esto.
-Estoy de acuerdo, yo os cubro. Iré a hablar con el director.
-¡No! ¡Por favor, no! ¡A él no!-me puse nerviosa-. Por favor...-supliqué entre sollozos-. Te lo suplico...
-Tranquila, Sam-dijo Jessica-. ¿Estás bien?
-No, tengo que contároslo todo... no lo soporto más-los cogí a los dos de la mano y los conduje a la escalera de las piscinas. Me senté en el borde de la segunda piscina y comencé-. Ese día, mis padres y yo íbamos de compras. Todo era normal: íbamos por el camino de siempre. Le pedí a mi... a mi... padre... que cambiara la emisora de la radio... y...-los recuerdos se agolpaban en mi cabeza-ocurrió...
-¿El qué, Sam?- preguntó Bryan, que me tenía entre sus brazos.
-Mientras cambiaba la emisora, se saltó un semáforo... y... chocamos con una moto... a mí no me pasó nada... estaba asustada... salí del coche y entonces los vi... estaban en los sillones delanteros... mi padre estaba muerto... abrí la puerta y entré... mi madre estaba agonizando... me dijo algo antes de... <<Cariño, cuídate. Te quiero. ¿Tu padre...?>> Y ahí se murió... No pude decirle adiós... ¡¡Y TODO POR MI CULPA!! Entonces llegó la policía... Me encontraron tirada en el suelo, llorando. Lo único que pude decir fue << Mis padres>> Desde entonces no he vuelto a pronunciar esa palabra... hasta hoy... Todo fue por mi culpa... ¡¡FUE POR MI CULPA!!
   Bryan me sujetó la cabeza, me miró intensamente y me dio un beso muy dulce en la frente.
-No fue por tu culpa. Eso es algo que pasa algunas veces. Mala suerte. Eso es todo.
   Me dejé llevar por el dolor. Pensé que me iría con mis padres, que me perdería en la oscuridad para no volver a ver la luz jamás. Cerré los ojos. Me desperté un tiempo después, tenía frío. No quería abrir los ojos y ver que todo había sido un sueño que me había dormido después de hablar con mi madre... después de que muriera... Entonces escuché la voz que me recuperaría de todo en unos segundos, Bryan.
-Hola, princesa. ¿Ya estás mejor?
-¿Cómo sabías que ya estaba despierta?-abrí los ojos.
-Tus jadeos... son... increíbles...- cerró los ojos unos segundos- Esa historia... es horrible... Lo siento, si pudiera hacer algo por ti...
-¿Abrazarme?
-Sus deseos son órdenes para mí.
   Me abrazó con suavidad, pero sin dejarme ir en un rato. Me descargué entera, necesitaba desahogarme. Nos quedamos un tiempo así, no sé si minutos, horas, segundos... no tenía ni idea. Se me hacía raro estar así con alguien que no fuera mi hermano, o mi primo... pero, ¿él? Con él era todo distinto. No sentía amistad, sentía algo más... cariño no era un término lo bastante extenso como para acoger todo lo que había en mi interior. No sabía de qué hablar. Entonces me di cuenta de que Jessica no estaba, se había ido.
-¿Dónde está Jess? ¿Se ha ido?-pregunté.
-Sí, fue a hablar con mis "amigos" para contarles lo que ha pasado. Necesitan saberlo, ellos pueden ayudar...-explicó acariciándome el pelo-. Me encantaría estar así para siempre... -me susurró al oído. Nos quedamos mirándonos, su rostro estaba a escasos centímetros del mío, podía sentir su aliento en mi piel pálida.
-Siempre saco mi otro lado cuando estoy contigo-dijo apartándose un poco pero cogiéndome la mano.
-Y yo cometo incoherencias... demasiadas..., diría yo
-Estoy completamente de acuerdo contigo... Aunque lo mío es peor.
-No. Estoy segura que, cuando nos vimos la primera vez, yo quedé peor que tú en cuanto a reputación. Todos me miraron raro... Me dio vergüenza y me fui...
-Me habría encantado que te quedaras...
-Y a mí haberme quedado, pero entonces no estaríamos aquí... de este modo.
-Tienes razón...
-Siempre suelo tenerla-se echó a reír-. Es cierto -insistí.
-Te creo. Es sólo que...
-Que...
-Nada.
-A tí te encanta fastidiarme ¿me equivoco?-empezamos a andar.
   Dentro del recinto del internado de San Nicolás, había un lago, rodeado por un precioso bosque. Comenzamos a pasear y, sin darnos cuenta, estábamos en la orilla del lago, justo enfrente de la cascada. Me paré en seco al ver el fondo. Era el mismo que el de mi sueño, la noche anterior. Pero, no podía ser, era demasiado fantástico, ¿no? Necesitaba tranquilizarme, caminé lentamente hacia la cascada, el sonido me relajaba. Bryan venía detrás de mí. Me cogía de la cintura, apoyaba su cabeza en mi hombro... era increíble. Me encantaba la sensación de saber que lo que más le importaba en esos momentos era yo, de no ser así, ¿por qué perder clase?
   Me senté en el borde de una roca, él se sentó a mi lado.
-Ojalá el tiempo se detuviera...-suspiré.
   A pesar del ruido me escuchó, se acercó más a mí y me acarició la mejilla.
-Ojalá, pero no lo va ha hacer, y nosotros tenemos que comer, ¿no?
   Volvimos al comedor, todos me miraban. Cuando nos sentamos, me puse nerviosa. Una chica me miraba con odio.
-Voy al baño-dije-, ahora vuelvo.
   Me levanté y fui al baño. Me lavé las manos y, cuando iva a salir, llegó la chica que me había mirado mal. Era rubia, con los ojos marrones y alta. Era la más popular de todo el internado y, además, le gustaba Bryan. ¿Y a quién no? Intenté salir, pero ella me cortó el paso.
-¿Qué te crees que haces estando con el chico que a mi me gusta?-me preguntó con desdén.0
-Perdona, ¿me ablas a mí? No creía que caerías tan bajo...según tú. ¡Oh! Pero se trata de la chica que siempre está con Bryan... es cierto.
-Aléjate de él.
-O si no ¿qué?
-No lo tendrás nunca-me cogió del cuello de la camiseta.
-Está bien, lo que tu digas-dije casi sin aire.
-¿Lo ves? Es más fácil así.
   Me fui del comedor sin mirar a Bryan. Empecé a correr, me acordé de la noche anterior y comenzé a llorar. Era demasiado duro dejar al chico que amas sin darle ninguna explicación. Duro para los dos. Porque yo no quería dejarlo, estaba obligada... ¡Lo amaba! Esta vez no llegó a tiempo para dejar la puerta abierta, aunque segundos después tocó a la puerta.
-¿Quién es?-pregunté, aunque ya sabía que era Bryan.
-Bryan. Déjame pasar.
-No. Vete. No quiero estar contigo, ¿lo entiendes? No te quiero-esa mentira era tan evidente, no sabía como iba a colar. Se lo creyó. Quizá porque dolía tanto que no quería que se lo repitiera, o quizá porque nunca le había mentido-. Vete.
   No se lo pensó dos veces, se fue como había venido, corriendo.
   Cogí el portátil, mi hermano me había contestado la noche anterior. Empecé a leer.
HOLA SAM.
ESPERO QUE ESTÉS MEJOR QUE CUANDO... TÚ YA ME ENTIENDES... ESTA MAÑANA HE ESTADO CON TU ASISTENTA SOCIAL, ES BUENA PERSONA. NO LA MALINTERPRETES AUNQUE NO TE HAYA DEJADO SALIR PARA IR AL ENTIERRO DE NUESTROS PADRES. HARÁ TODO LO POSIBLE POR SACARTE DE AHÍ, DICE QUE SOY MUY RESPONSABLE Y QUE SABRÉ CUIDAR DE TÍ. OJALÁ ESTUVIERAS AQUÍ, CONMIGO, CONSOLÁNDOME PORQUE ME HUBIERAN QUITADO LA CONSOLA UNA SEMANA. ¿LO RECUERDAS? ADEMÁS FUE ELLA QUIEN MANDÓ PINTAR TU HABITACIÓN COMO TENÍAS LA DE CASA. ¿TE SORPRENDIÓ MUCHO? BUENO TE DEJO TENGO QUE TRABAJAR. TE QUIERO.
                                                                                                          JOE
   Era genial que al menos alguien me diera una alegría. No quería contestarle porque me estaba quedando dormida, al día siguiente lo haría, porque no asistiría a las clases. Esa noche no pude dormir, tenía demasiadas cosas en la cabeza como para poder hacerlo.
   Por la mañana me levanté a las seis y media era demasiado temprano pero si quería salir, debía hacerlo muy temprano. Me vestí y salí hacia el bosque. Llegué al lago y me metí en el agua, no quería pensar, no podía permitirme a mí misma amar a Bryan. Sin darme cuenta me fui hacia lo hondo. Un momento después, pisé una roca resbalosa y me quedé atrapada, debajo del agua. Intenté salir a la superficie, pero cuanto más esfuerzo hacía más energía y aire gastaba. Me quedé sin oxígeno, y perdí el conocimiento.

martes, 28 de septiembre de 2010

***Capítulo 1: Mi llegada***

En el coche, de camino al internado, mi hermano hablaba sin parar para contener las lágrimas, pero, al llegar, no pudo aguantar más y comenzó a llorar. Era una tontería, lo sé, porque podía verlo todos los fines de semana, pero... aún así... separarme de él... Muchas chicas lo estarían deseando pero Joe y yo nos llevábamos muy bien. No nos peleábamos, incluso nos cubríamos el uno al otro delante de mis padres... Mis padres... Al acordarme de ellos me entraron más ganas de llorar, pero me mantuve firme, no podía estropearle más todavía este momento a mi hermano.
-Adiós-dije en un susurro-. Te echaré de menos...
-Cuidate mucho, Samantha-me contestó acariciándome la mejilla-. Te sacaré muy pronto de aquí, te lo prometo.
-Date prisa...- le di un beso en la mejilla.
-Toma-me dijo dándome el móvil y el portátil-. No te dejan tenerlo, pero tienes enchufe...-añadió con una sonrisa triste.
-Adiós...
   Al darme la vuelta, mi pelo rizado cayó sobre mis ojos azules, eso me ayudó porque, al despedirme, se me saltaron las lágrimas. Me dirigí al que, a primera vista, parecía ser mi infierno personal en la tierra. Comencé a caminar hacia el despacho del director, necesitaba saber cuál era mi cuarto, si era compartido... y muchas cosas más, sobre todo, si podría ir al entierro de mis padres... Mis padres... Pensar en ellos me ponía más triste de lo que ya estaba...
   Cuando llegué al despacho del director di tres golpecitos en la puerta y escuché atentamente.
-Adelante-contestó una voz grave desde el interior de la habitación. Cogí mis maletas y entré con paso firme pero nervioso. Me senté en una silla que había justo enfrente del escritorio. El director me miró y me sonrió con simpatía-. Tú debes ser Samantha Davies, ¿no?-asentí débilmente-. Bienvenida. Lamento lo ocurrido con tus padres... lo siento.
-Gracias.
-Me llamo Robert. Bueno, como todas las habitaciones están ocupadas te he dado una para ti sola-prosiguió-. Tiene dos literas, espero que te guste. Si quieres puedes estar dos o tres días sin acudir a clase para ir conociendo todos los rincones de este lugar. Bienvenida de nuevo y... espero que todo valla bien con lo de tus padres...
-Sobre mis padres... quería preguntarle una cosa, señor...
-¿Sí?
-¿Podría acudir a su entierro?
-No creo que eso sea conveniente... pero lo meditare muy bien...
-Gracias, y por favor, le suplico que me deje acudir...
-Lo intentaré... pero eso no lo decido yo.
-¿Entonces?
-Tu asistenta social... me va a visitar mañana, intentaré convencerla...
-¡Gracias!-dije con lágrimas en los ojos.
-Adiós... señorita...
-Adiós.
   El entierro de mis padres era dos días despues de mi llegada al internado y, como esperaba, no me dejaron salir para despedirme de ellos. Solo tenía 14 años y mi vida ya se había arruinado por completo. Nadie en 100 kilómetros a la redonda podía imaginar cuanto sufrimiento albergaba en mi interior. ¿Es que no había nadie en el mundo que compartiera mi desdicha? Ya sabía la respuesta antes de que nadie me la diera. No. Sólo podía pensar que mi hermano estaba haciendo todo lo posible para sacarme del internado.

   Por el camino ocurrió lo mejor que me había pasado en dos semanas. Pasaba por delante del pabellón de los chicos, cuando me choqué con uno de ellos. Era moreno, alto y tenía los ojos azules, un maravilloso azul hielo. Cuando me ayudó a levantarme del suelo me quedé hipnotizada por su mirada. Sabía que ese momento no duraría eternamente, pero no sabía qué hacer.

-Perdón-dijimos los dos a la vez. Y empezamos a reírnos. Nuestras risas se alzaron por encima de nosotros y todos los que estaban alrededor nos miraron. Paramos de reírnos y nos miramos fijamente a los ojos, callados, sin articular palabra. Me sonrió, me acarició la mejilla y dejó caer la mano. Sonreí, le toqué los labios y me fui. Todos los que me miraban, estaban entusiasmados por lo ocurrido.

   A las ocho y media de la noche me fui al comedor del internado. Cuando entré todos se quedaron mirándome, pero pasé de todos ellos y me fui a sentarme en una mesa vacía al final del comedor. Varias personas se quedaron mirándome pero no les presté atención. Como me había llevado un libro me puse a leer. De repente, alguien más levantó la cabeza para mirarme, pero como pensaba que era otro curioso más, pasé de él. Unos segundos después se levantó y se dirigió hacia mí. Levanté la cabeza y vi que era él. El chico de los ojos azules. Nos miramos a los ojos durante un largo rato y, cuando se cansó de estar parado, preguntó:
-¿Me puedo sentar contigo?
-Claro..., ¿es que esta mesa es mía o qué?
-No, claro que no...
   Se quedó otro rato más mirándome pero yo seguía leyendo, intentando pasar de él. Me quedé pensando en que nunca había conocido a un chico que se quedara mirándome, nunca. Era increíble saber que, aunque para muchos era invisible, para él lo era todo... Pero yo no sabía nada de él, aunque sentía que seríamos buenos amigos, si empezábamos con buen pie... Pero entonces me acordé de mis padres y pensé que cuando se enterara de lo que pasó, me vería culpable, como me veía yo... Y metí la pata hasta el fondo en ese asunto... Así que, engañada como estaba, le dije:
-¿Qué pasa? No soy tan interesante como esperabas, ¿verdad?
   Me levanté y me dirigí hacia la puerta. Al salir di un portazo y eché a correr. Él salió detrás de mí, también corriendo. Yo corría con todas mis ganas, hasta que llegué a mi cuarto, pero antes de cerrar la puerta, él puso el pie entre el marco y la puerta, no podía cerrar.
-¿Quieres desayunar conmigo mañana?
-¿Qué?
-Que si quieres desayunar conmigo mañana...
-¿Yo?
-¿Hay alguien más por aquí?
-Es que....
-Anda, no me irás a decir que ya tienes planes... porque no va a funcionar...
-Pero... ¿y tus amigos? ¿qué dirán?
-¿Te crees que vamos a estar con ellos?-era una pregunta retórica-. Sí o no.
-Bueno... vale ¡Está bien! ¡Iré contigo a desayunar! ¡Pero no te acostumbres!
-Gracias-me dio un beso en la mejilla-. Pero me tengo que ir... tendré que acostarme antes para hacerme el dormido...
-¿Y eso por qué?-pregunté confusa.
-Porque después vendrán mis amigos a mi cuarto a preguntarme por qué he salido detrás tuyo corriendo... y como mañana estaremos juntos... no tendrán tiempo para preguntarme...
-Me pica la curiosidad...
-¿Sí?
-¿Por qué has salido detrás de mí?-pregunté con cautela.
-No preguntes, porque no lo sé ni yo...
-Mmmmm...-le di un beso en la mejilla-. Buenas noches-dije sonriendo.
-Buenas... noches...-dijo muy sorprendido-. ¿Por qué...?
-Te lo debía-le guiñé un ojo-. Adiós.
   Me metí en mi cuarto. Entonces me paré en seco al ver que todo era diferente a como estaba antes de irme: la pared (antes rosa) era violeta (mi color favorito), el suelo (antes marrón) era rojo sangre, el techo (antes blanco) era negro con el firmamento dibujado... En definitiva, todo había cambiado... menos mis cosas. ¿Qué había pasado con mi cuarto? ¿Me habría equivocado de puerta? No, estaba segura de que era ésta... Pero, ¿entonces? ¿qué había pasado? Estaba anonada mirando la nueva decoración de mi cuarto cuando me acordé de mi hermano y de que tenía que escribirle, si no lo había hecho él... Cogí el portátil, me acosté en la cama y empecé a escribir:
HOLA JOE...
... ¿QUÉ TAL? YO MÁS O MENOS... NO PUEDO QUITARME DE LA CABEZA LA IMAGEN DE PAPÁ Y MAMÁ TIRADOS EN EL SUELO... ESPERO QUE ME SAQUES MUY PRONTO DE AQUÍ ¿SI? TE ECHO DE MENOS... ¿PODRÁS VENIR ESTE FIN DE SEMANA A VERME? ESPERO QUE SI... PORQUE SI NO SEGURO QUE ME DEPRIMO... OJALÁ ESTUVIERAS CONMIGO, AQUÍ, A MI LADO, MIRÁNDOME FIJAMENTE COMO SOLÍAS HACER CUANDO ERA MÁS PEQUEÑA... ¿TE ACUERDAS? BUENO TE DEJO QUE MAÑANA EMPIEZO LAS CLASES... TE QUIERO
                                                                           SAM
   Sabía perfectamente que esa misma noche mi hermano me respondería pero no quería seguir despierta, aunque tampoco quería dormir... cuando dormía veía cosas, cosas que habían ocurrido... cosas que estaban pasando... cosas que iban a suceder... La noche anterior soñé con la muerte de mis padres. Pero no podía permitirme el lujo de no descansar.. o al menos, de eso intentaba convencerme a mí misma.
 
   Estaba en la orilla de un lago, flotaba en el aire y mi cuerpo brillaba con gran intensidad. No sabía lo que ocurría pero no estaba sola. El chico de los ojos de hielo estaba conmigo, intentaba bajarme, protegerme... Él sabía lo que me sucedía, pero intentaba protegerme ¿de qué? Entonces caí encima de él. Levantó las manos para cogerme, no llegué a tocar el suelo. Él me acunó en sus brazos, me besó en la frente y desaparecimos.
 
   Me desperté agitada, no sabía si sólo había sido un sueño o era uno de esos que se cumpliría... Pero, no podía ser real.... ¿Cómo me iba a pasar eso a mí? Aunque no sabía exactamente lo que era... En el sueño yo llevaba puesto un vestido rojo, que no tenía... Suponía que sería una de mis creaciones de las siguientes semanas, meses o años.
     Miré el reloj que había en la repisa de la ventana, eran las cinco y media. Me pasé una mano por el pelo. No quería pensar más en él, quería sacármelo de la cabeza, pero sabía que no podía, sólo tenía el consuelo de que al menos era demasiado fantástico para que eso ocurriera, y para que él se fijara en mí...

lunes, 27 de septiembre de 2010

***Prefacio***

Todo había cambiado en un solo día: yo estaba encerrada en un internado. Mi hermano, Joe, sólo podía verme los fines de semana; y, lo peor de todo, era que mis padres habían muerto en un accidente de tráfico. Sólo tenía el consuelo de que, al menos, yo podía ir al entierro. En momentos así, me preguntaba por qué yo no podía hacer nada, por qué tenía que haber visto todo en un sueño la noche anterior, por qué cuando les dije que no salieran no me escucharon... me sentía culpable.

viernes, 17 de septiembre de 2010

***Joe***

Es el hermano mayor de Sam. Tiene 19 años y es capaz de inventarse toda una vida para poder estar con su hermana.
Aspecto físico:
Moreno, pelo corto, ojos marrones, es bastante alto, y muy musculoso.

-Cuida mucho de Sam. Es lo más importante en su vida, ya que sus padre están muertos.

-Su relación con Bryan no es muy amistosa, porque no confía en él. Sabe que tiene algún secreto, algo raro, y lo tiene vigilado.

jueves, 16 de septiembre de 2010

***Samantha***

Es una chica introvertida, pero a veces hace las cosas sin pensar y eso le puede acarrear bastantes problemas. Es sincera y tímida,  pero cuando se enfada... no hay quien la pare. Le gusta nadar, salir a pasear y estar con Bryan.
Su aspecto físico:
Morena, pelo rizado, sus ojos son azules, es de estatura media, y tiene flequillo (pero no es rizado).

-Su relación con Bryan es intensa, sincera y fiel. Aunque él le tiene que ocultar muchas cosas al principio, luego se lo cuenta todo. Cuando están en compañía de alguien, no son muy cariñosos... pero cuando están a solas...

-Su mejor amiga, Jessica, es muy importante para ella, siempre están juntas (cuando no está con Bryan). Además se lo cuentan todo la una a la otra. Es... una relación especial.

-Su hermano, Joe, es muy extrovertido, al contrario que Sam. Siempre se han llevado de maravilla, por eso, cuando los separaron, hicieron lo imposible para volver a estar juntos.