lunes, 4 de octubre de 2010

***Capítulo 2: Complicaciones***

   Por la mañana, me desperté a las siete y cinco. Estaba ansiosa, pero no debería estarlo. Me levanté a las siete y cuarto, me vestí, hice la cama y salí a dar un paseo.Volví a las ocho menos diez. Minutos después, alguien dio tres golpes en la puerta. Abrí la puerta. Era él.
-Hola-dijo muy contento.
-¿Por qué tanto entusiasmo?-pregunté con mucha curiosidad.
-Pues...
-Puedes confiar en mí. Lo sabes, ¿no?
-Sí, por eso no quiero decirlo...-dijo con cautela.
-¿Me vas a dejar con la intriga?
-Puede que sí... o puede que te lo cuente... después de comer-empezó a reírse, no sé si por la cara de fastidio que puse, o por la satisfacción de fastidiarme.
-¿Te diviertes fastidiándome?
-Sí, solo porque estás preciosa cuando te enfadas...-me cogió de la mano y echamos a correr-. En serio.
   Llegamos a la cafetería y me abrió la puerta, muy amable, demasiado. Entré delante de él y me dirigí al mostrador de la comida y cogí un bollo y un vaso de zumo, él me imitó y fuimos a sentarnos en la mesa donde yo estaba la noche anterior. Todos nos miraban y parecía que sólo yo me daba cuenta de ello. Pero no podía apartar la mirada de sus ojos de hielo. Eran inexpresivos, fríos.
-¿Soy preciosa o te lo has inventado?-pregunté para romper el silencio-. Es sólo curiosidad...
-Tú siempre tienes curiosidad y sí, eres preciosa-me puse roja-. ¿Más preguntas?
-¿Cómo te llamas?
-Bryan, y tú eres Sam ¿me equivoco?
-Veo que por aquí se ha hablado mucho de mí...
-¿Por qué estás aquí?
  Me quedé clavada en el sitio. ¿Y ahora qué? ¿Se lo soltaba todo? ¿Y después qué? ¿Me iba? No sabía qué hacer. Me puse blanca, él se dió cuenta.
-No hace falta que me lo digas.
-Cuando yo esté preparada-le susurré al oído-, te lo contaré todo. Pero ni yo misma lo he asumido todavía. Lo siento.
-Tranquila... Lo siento, yo... Tiene que ser horrible para reaccionar de esa manera-dijo suavemente, como si le molestara que yo estuviera débil, pálida, depresiva.
-Sí, no sabes cuánto-se me escapó una lágrima, él me acarició la mejilla-. Pero, tú serás el primero en saberlo. Te lo prometo.
   Se quedó petrificado al ver que una de sus amigas, rubia, baja y delgada, se había levantado y se dirigía hacia nosotros.
-Hola-dijo-. Soy Jessica. ¿Cómo te llamas?-preguntó inocentemente-. No te conozco.
-Soy Sam...
-¿Samantha Davies? ¡Qué flipe! ¿Qué haces con éste?-preguntó de broma-. ¿No es poca cosa?
-Jessica-intervino Bryan-, sólo somos amigos. ¿Lo entiendes?
-Sí, vale. Pareces mi abuela, Ray.
   Miré a Bryan con curiosidad, él captó mi mirada y me sonrió.
-Es un diminutivo... aunque a veces me pone de los nervios...
   Comencé a reírme y Jessica conmigo.
-Me caes bien, Sam-dijo-. ¿Vienes esta tarde de compras al centro? Después de las clases, claro. No quiero que te saquen de aquí, acabas de llegar...-se quejó.
-No creo que me puedan sacar... más que nada porque...mis padres...-empecé a llorar-están en el cementerio...
   Todos los que estaban a mi alrededor me miraron, el comedor se quedó en silencio, Jessica se tapó la boca y Bryan me abrazó. Quería desaparecer, no quería que nadie me viera, debía salir de allí, lo necesitaba.
-Bryan... ¿podemos irnos? No soporto ponerme así, necesito aire...-le susurré al oído.
-Está bien. Jessica, ¿le explicas lo ocurrido a los profesores? No puedo dejarla sola, y menos después de esto.
-Estoy de acuerdo, yo os cubro. Iré a hablar con el director.
-¡No! ¡Por favor, no! ¡A él no!-me puse nerviosa-. Por favor...-supliqué entre sollozos-. Te lo suplico...
-Tranquila, Sam-dijo Jessica-. ¿Estás bien?
-No, tengo que contároslo todo... no lo soporto más-los cogí a los dos de la mano y los conduje a la escalera de las piscinas. Me senté en el borde de la segunda piscina y comencé-. Ese día, mis padres y yo íbamos de compras. Todo era normal: íbamos por el camino de siempre. Le pedí a mi... a mi... padre... que cambiara la emisora de la radio... y...-los recuerdos se agolpaban en mi cabeza-ocurrió...
-¿El qué, Sam?- preguntó Bryan, que me tenía entre sus brazos.
-Mientras cambiaba la emisora, se saltó un semáforo... y... chocamos con una moto... a mí no me pasó nada... estaba asustada... salí del coche y entonces los vi... estaban en los sillones delanteros... mi padre estaba muerto... abrí la puerta y entré... mi madre estaba agonizando... me dijo algo antes de... <<Cariño, cuídate. Te quiero. ¿Tu padre...?>> Y ahí se murió... No pude decirle adiós... ¡¡Y TODO POR MI CULPA!! Entonces llegó la policía... Me encontraron tirada en el suelo, llorando. Lo único que pude decir fue << Mis padres>> Desde entonces no he vuelto a pronunciar esa palabra... hasta hoy... Todo fue por mi culpa... ¡¡FUE POR MI CULPA!!
   Bryan me sujetó la cabeza, me miró intensamente y me dio un beso muy dulce en la frente.
-No fue por tu culpa. Eso es algo que pasa algunas veces. Mala suerte. Eso es todo.
   Me dejé llevar por el dolor. Pensé que me iría con mis padres, que me perdería en la oscuridad para no volver a ver la luz jamás. Cerré los ojos. Me desperté un tiempo después, tenía frío. No quería abrir los ojos y ver que todo había sido un sueño que me había dormido después de hablar con mi madre... después de que muriera... Entonces escuché la voz que me recuperaría de todo en unos segundos, Bryan.
-Hola, princesa. ¿Ya estás mejor?
-¿Cómo sabías que ya estaba despierta?-abrí los ojos.
-Tus jadeos... son... increíbles...- cerró los ojos unos segundos- Esa historia... es horrible... Lo siento, si pudiera hacer algo por ti...
-¿Abrazarme?
-Sus deseos son órdenes para mí.
   Me abrazó con suavidad, pero sin dejarme ir en un rato. Me descargué entera, necesitaba desahogarme. Nos quedamos un tiempo así, no sé si minutos, horas, segundos... no tenía ni idea. Se me hacía raro estar así con alguien que no fuera mi hermano, o mi primo... pero, ¿él? Con él era todo distinto. No sentía amistad, sentía algo más... cariño no era un término lo bastante extenso como para acoger todo lo que había en mi interior. No sabía de qué hablar. Entonces me di cuenta de que Jessica no estaba, se había ido.
-¿Dónde está Jess? ¿Se ha ido?-pregunté.
-Sí, fue a hablar con mis "amigos" para contarles lo que ha pasado. Necesitan saberlo, ellos pueden ayudar...-explicó acariciándome el pelo-. Me encantaría estar así para siempre... -me susurró al oído. Nos quedamos mirándonos, su rostro estaba a escasos centímetros del mío, podía sentir su aliento en mi piel pálida.
-Siempre saco mi otro lado cuando estoy contigo-dijo apartándose un poco pero cogiéndome la mano.
-Y yo cometo incoherencias... demasiadas..., diría yo
-Estoy completamente de acuerdo contigo... Aunque lo mío es peor.
-No. Estoy segura que, cuando nos vimos la primera vez, yo quedé peor que tú en cuanto a reputación. Todos me miraron raro... Me dio vergüenza y me fui...
-Me habría encantado que te quedaras...
-Y a mí haberme quedado, pero entonces no estaríamos aquí... de este modo.
-Tienes razón...
-Siempre suelo tenerla-se echó a reír-. Es cierto -insistí.
-Te creo. Es sólo que...
-Que...
-Nada.
-A tí te encanta fastidiarme ¿me equivoco?-empezamos a andar.
   Dentro del recinto del internado de San Nicolás, había un lago, rodeado por un precioso bosque. Comenzamos a pasear y, sin darnos cuenta, estábamos en la orilla del lago, justo enfrente de la cascada. Me paré en seco al ver el fondo. Era el mismo que el de mi sueño, la noche anterior. Pero, no podía ser, era demasiado fantástico, ¿no? Necesitaba tranquilizarme, caminé lentamente hacia la cascada, el sonido me relajaba. Bryan venía detrás de mí. Me cogía de la cintura, apoyaba su cabeza en mi hombro... era increíble. Me encantaba la sensación de saber que lo que más le importaba en esos momentos era yo, de no ser así, ¿por qué perder clase?
   Me senté en el borde de una roca, él se sentó a mi lado.
-Ojalá el tiempo se detuviera...-suspiré.
   A pesar del ruido me escuchó, se acercó más a mí y me acarició la mejilla.
-Ojalá, pero no lo va ha hacer, y nosotros tenemos que comer, ¿no?
   Volvimos al comedor, todos me miraban. Cuando nos sentamos, me puse nerviosa. Una chica me miraba con odio.
-Voy al baño-dije-, ahora vuelvo.
   Me levanté y fui al baño. Me lavé las manos y, cuando iva a salir, llegó la chica que me había mirado mal. Era rubia, con los ojos marrones y alta. Era la más popular de todo el internado y, además, le gustaba Bryan. ¿Y a quién no? Intenté salir, pero ella me cortó el paso.
-¿Qué te crees que haces estando con el chico que a mi me gusta?-me preguntó con desdén.0
-Perdona, ¿me ablas a mí? No creía que caerías tan bajo...según tú. ¡Oh! Pero se trata de la chica que siempre está con Bryan... es cierto.
-Aléjate de él.
-O si no ¿qué?
-No lo tendrás nunca-me cogió del cuello de la camiseta.
-Está bien, lo que tu digas-dije casi sin aire.
-¿Lo ves? Es más fácil así.
   Me fui del comedor sin mirar a Bryan. Empecé a correr, me acordé de la noche anterior y comenzé a llorar. Era demasiado duro dejar al chico que amas sin darle ninguna explicación. Duro para los dos. Porque yo no quería dejarlo, estaba obligada... ¡Lo amaba! Esta vez no llegó a tiempo para dejar la puerta abierta, aunque segundos después tocó a la puerta.
-¿Quién es?-pregunté, aunque ya sabía que era Bryan.
-Bryan. Déjame pasar.
-No. Vete. No quiero estar contigo, ¿lo entiendes? No te quiero-esa mentira era tan evidente, no sabía como iba a colar. Se lo creyó. Quizá porque dolía tanto que no quería que se lo repitiera, o quizá porque nunca le había mentido-. Vete.
   No se lo pensó dos veces, se fue como había venido, corriendo.
   Cogí el portátil, mi hermano me había contestado la noche anterior. Empecé a leer.
HOLA SAM.
ESPERO QUE ESTÉS MEJOR QUE CUANDO... TÚ YA ME ENTIENDES... ESTA MAÑANA HE ESTADO CON TU ASISTENTA SOCIAL, ES BUENA PERSONA. NO LA MALINTERPRETES AUNQUE NO TE HAYA DEJADO SALIR PARA IR AL ENTIERRO DE NUESTROS PADRES. HARÁ TODO LO POSIBLE POR SACARTE DE AHÍ, DICE QUE SOY MUY RESPONSABLE Y QUE SABRÉ CUIDAR DE TÍ. OJALÁ ESTUVIERAS AQUÍ, CONMIGO, CONSOLÁNDOME PORQUE ME HUBIERAN QUITADO LA CONSOLA UNA SEMANA. ¿LO RECUERDAS? ADEMÁS FUE ELLA QUIEN MANDÓ PINTAR TU HABITACIÓN COMO TENÍAS LA DE CASA. ¿TE SORPRENDIÓ MUCHO? BUENO TE DEJO TENGO QUE TRABAJAR. TE QUIERO.
                                                                                                          JOE
   Era genial que al menos alguien me diera una alegría. No quería contestarle porque me estaba quedando dormida, al día siguiente lo haría, porque no asistiría a las clases. Esa noche no pude dormir, tenía demasiadas cosas en la cabeza como para poder hacerlo.
   Por la mañana me levanté a las seis y media era demasiado temprano pero si quería salir, debía hacerlo muy temprano. Me vestí y salí hacia el bosque. Llegué al lago y me metí en el agua, no quería pensar, no podía permitirme a mí misma amar a Bryan. Sin darme cuenta me fui hacia lo hondo. Un momento después, pisé una roca resbalosa y me quedé atrapada, debajo del agua. Intenté salir a la superficie, pero cuanto más esfuerzo hacía más energía y aire gastaba. Me quedé sin oxígeno, y perdí el conocimiento.

1 comentario: