martes, 27 de septiembre de 2011

***Capítulo 12: Aparición y Confesiones***

-Tengo poderes.
   Me miró con cara de incredulidad, pero se puso seria. 
-Lo prometo-dije.
   Me concentré en el vaso de agua que había encima de la mesa. Fijé la vista en él, no había nada más importante en ese momento dentro de la habitación. Mi mente procesaba información, más de la que podía. El agua comenzó a temblar, y Jessica me miró sorprendida.
   Me rendí.
-Aún no puedo hacer nada importante... Una vez paré el tiempo sin querer, dándole un beso a Bryan, pero no lo he vuelto a conseguir por más que lo intento.
-Vale, y esto... ¿a qué viene?
-Bryan también tenía poderes, y yo lo eché de aquí.
-¿Que hiciste qué?-gritó.
-Lo que oyes... Sabía que mi padre estaba vivo, ¡y no me lo dijo!
-Sam, pero tendría algún motivo...
-Según dice mi padre se lo prohibió, pero... Mark me lo habría contado.
-¿Mark?- preguntó confusa-. ¿Cuántas cosas han pasado desde que no nos vemos?
-Bueno... bastantes.
-Mark también tiene poderes ¿no?
-Sí, pero no igual que Bryan...
-¿Qué quieres decir con eso?-preguntó extrañada.
-Bryan... bueno, su magia es blanca, mientras que la de Mark... no sé, no es la misma.
-¿Y la tuya?
-¿Qué?-pregunté sin comprender.
-Sí, tu magia.
-Ah, pues no sé... no la he usado mucho aún... y no puedo asegurar nada.
-Estoy segura de que es blanca-sonrió.
-No puedes estar segura... porque ni mi propio padre lo sabe.
-Sam, ¿entonces ves a tu padre?
-Sí, pero después de que fingiera haber muerto sólo para deshacerse de mí... pues la verdad es que no nos llevamos muy bien. Él creía que mi hermano heredaría los poderes.
-Y no fue así, por lo que veo-comprendió.
-No, mi hermano tiene cierta sensibilidad por todo lo mágico, pero nada más.
-Y... ¿dónde esta tu padre?
-En... bueno, no sé dónde está exactamente.
-¿Entonces, cómo puedes verlo?
-Es largo de contar...-me levanté y le tendí la mano-. Ven, te lo voy a enseñar.
   Sonrió.
-Me alegra que confíes en mí, de verdad.
-Eres mi mejor amiga, ¿qué esperabas?-sonreí-. Pero antes de nada, hay que dejar a esta ardilla donde la encontré, ¿te parece?
-Claro,vamos.
   Fuimos al árbol y dejé a la ardilla justo en el mismo sitio en que la encontré. Después, nos dirigimos al lago.
-¿Qué hacemos aquí?-preguntó Jessica.
-Te dije que te enseñaría algo, ¿no?-asintió-. Pues, vamos-sonreí.
   Le cogí la mano, y comencé a meterme al agua. Jess iba dudosa... pero al final terminó confiando en mi.
-Jess, coge aire.
   Nos sumergimos, toqué la piedra y le hice señas para que ella también lo hiciera. Entonces, me concentré en el lugar donde se encontraba mi padre, en el bosque y, concretamente, en el árbol que yo quería traer al internado.
   Aparecimos allí en unos segundos. Jessica estaba impresionada, por supuesto.
-Sam, ¡estoy seca! ¿Por qué no estoy mojada? ¡Acabamos de salir de un lago!
-Jess, cálmate-le sonreí-. Chica no te pongas así, ¿prefieres estar mojada?-negó con la cebeza-. Pues, entonces, ya está.
   Las dos comenzamos a reír.
   Nos dirigimos hacia la gran mansión donde vivía mi padre, mientras manteníamos una conversación bastante desagradable para mí.
-Descubrí a Bryan el otro día... nunca se ha ido de aquí. Noté una presencia en el bosque del internado-dije, contestando a su pregunta.
-¿Y lo viste? ¿Te reencontraste con él?-preguntó ilusionada.
-No... ojalá hubiera sido así...-me abrazó.
   En ese momento, llegamos a la casa. Entramos por la puerta de atrás, por el jardín. Todos me saludaban, pero miraban raro a Jessica... Pensé que era normal, ya que no la habían visto nunca.
   Llegamos a mi habitación y nos tumbamos en la cama.
-Sam, ¿qué sientes por Mark?-preguntó seriamente.
-No... no lo sé-me sinceré con ella-. Sé que amo con locura a Bryan, lo sé porque no pasa un día sin que tenga ganas de volver atrás y callar y aguantarme todas mis tonterías... pero, ¿Mark? Ni idea. A veces me atrae, otras no lo soporto... Incluso es ¡¡mala persona!!
>>Pero, hay otras veces... en las que es... no sé, diferente. Bryan siempre estaba pendiente de mí y eso me volvía loca. Con Mark es diferente. Lo que me gusta de él es que me deja libertad, no me agobia con sus cosas... Su mirada indiferente me provoca curiosidad, sus movimientos siempre tan seguros... Es algo que no tenía Bryan.
-Se complementan-dijo Jessica-. Si los dos fueran uno solo... sería tu chico ideal.
Sonreí. Ahora que se lo había contado todo a Jess me sentía mejor.
Recordé que hoy era el día en el que íbamos a buscar el Báculo.
-Tengo que irme...-dije.
-¿Por qué? Si sólo hemos estado juntas un rato...
-Por que hoy tengo que salir con mi padre y con Mark... No creas que la idea es agradable, ¿sabes?
-Bueno... me encantaría ir contigo, pero supongo que no podré.
-Mm... la próxima vez se lo diré a mi padre con más tiempo, ¿vale?-asintió- ¿Te quieres quedar aquí?
Sonrió. Sabía por experiencia que Jess era muy curiosa y lo que le había propuesto era un reto.
-¿Lo dudas? Sam, conociéndome...-las dos reímos.
-Bueno, yo me voy ya-dije mientras la abrazaba.
-Eres la mejor amiga del mundo-se despidió.
   Salí del cuarto y me dirigí al estudio de mi padre. No me sentía preparada, para nada. Pero aun así, tenía que afrontar todo lo que me viniera.
   Abrí la puerta y entré.
-Llegas tarde-dijo mi padre.
-¿Crees que me importa?-pregunté-. Sabes perfectamente que si vuelvo es por interés propio... No por tí.
   Asintió. Miró a Mark y le hizo una señal con la mano. ¿Qué tenía que hacer?
   Mark me tendió la mano, la tomé sin pensar, y mi padre puso una mano en su hombro. De repente, noté un fuerte tirón; como si alguien me cogiera de la camiseta y tirara de mí hacia el techo. Y, después, llegó la sensación de vértigo... y el mareo.
   <<Cierra los ojos>>, escuché la voz de Mark en mi mente.
Obvio que nos estábamos transportando... Pero ¿dónde? Un momento después, aparecimos en medio de un desierto.
-¿Qué... qué hacemos aquí?
-El Báculo de Allégora está aquí-contestó Mark.
   Miré a mi alrededor. Todo era arena... no había nada. Era de noche. El paisaje era monótono. Oscuro. Ni siquiera había luna que brillara en el cielo. Todo se veía triste.
-No me gusta este sitio-susurré.
   Sentí una presencia detrás de mí, lejos. En dirección sur. Me giré en esa dirección y fijé la mirada en un punto en concreto.
-¡No!-grité-. ¡No me puedes pedir esto!-me volví hacia mi padre-. ¡Eres un cobarde! ¡No lo pienso hacer!
Las lágrimas inundaron mis ojos, se desbordaron y rodaron por mi mejilla. ¡No podía...! ¡No quería! ¡No iba a luchar...!
-¡BRYAN VETE!-grité con toda la fuerza de mis pulmones- ¡POR FAVOR, MÁRCHATE!
No... era imposible.
Me estaba mareando, no podía pensar con claridad.
Las piernas me fallaron y caí. Unos brazos me sujetaron por la cintura.
Todo se veía negro.
-Bryan...-conseguí decir antes de perder el conocimiento.