martes, 3 de enero de 2012

***Capítulo 14: Reencuentro, al fin.***

-Es Bryan.
Mi respiración se aceleró hasta tal punto que comencé a hiperventilar.
-Ya voy -susurré.
Colgué, cerré los ojos e intenté calmarme, pero fue en vano.
Mark me miraba suspicazmente.
-Bryan está en la mansión. Tengo que ir.
-¿Quieres que te acompañe? -me miró preocupado.
-No hace falta, Mark.
>> Además, no os lleváis bien, tu presencia no ayudaría.
Guardamos silencio. No hacían falta las palabras, nuestros ojos lo decían todo. Le miré intensamente.
-Debo irme -susurré.
-Ten cuidado -contestó.
-Te quiero.
-Te amo.
Rocé sus labios con los míos, sólo un instante.
Salté hacia el árbol contiguo, y al siguiente, y al siguiente, en dirección a la mansión. Bajé al suelo, silenciosa, rápida. Corría desesperada, no podía dejar que se esfumara mi última oportunidad de recuperar al hombre de mi vida. Lo que no esperaba era lo que estaba sucediendo.
Entré precipitadamente en los jardines, apuesto lo que quieras a que en ese momento superaba la barrera del sonido sin problemas. Divisé a lo lejos un gran corro de gente en las escaleras de la puerta principal, ahí estaba él.
¿Qué estaba haciendo? No... Jessica... Estaba tirada en el suelo, inconsciente. Él no podía haberla... Me enfurecí.
-¡NO! -grité.
Él levantó la mirada, y me miró maravillado. Le devolví una mirada llena de odio e ira.
Cuando ya estaba cerca, salté para alejarlo de Jessica. Caí encima de él, arrastrándole conmigo y chocando contra la puerta. Me senté encima y le sujeté los brazos.
Comencé a notar el frío recorriendo mis venas. Cada gota de sangre, cada partícula de aire... transmitía ese frío que me convertía en la chica de pelo azul y ojos blancos.
Le miré a los ojos y él me devolvió la mirada, interesado en mis cambios.
-¿Qué le has hecho? -pregunté furiosa.
-Nada, se ha desmayado sola.
Sacó esa sonrisa suya, la que me volvía loca, la que me cortaba la respiración, la que hacía que mis sentimientos por él volvieran a aflorar.
Me aparté y me levanté de un salto. Volví a mirarle con odio y le hice un gesto para que me siguiera. Caminé un poco, después aceleré hasta coger la misma velocidad que cuando llegaba. Él me seguía de cerca. Tras varios minutos corriendo, me detuve en mitad de un claro del bosque. No me di la vuelta para mirarle, no tenía el valor suficiente.
-¿Por qué has vuelto? -susurré.
Cerré los ojos, esperando su respuesta.
-Has cambiado -contestó en el mismo tono, muy cerca de mi oído -. Eres más alta, tienes el pelo más largo, sabes usar tus poderes... incluso estás más guapa.
-¿Por qué has vuelto? -repetí.
-¿No es obvio? Por ti.
Rodeó mi cintura con sus brazos y apoyó su cabeza en mi hombro.
-Te he echado de menos, Sam. No puedo seguir sin ti.
-Sí, claro -Me separé de él bruscamente-. ¿Y qué más?
Reconstruí el muro de hielo que aislaba mi corazón. Yo tampoco le había olvidado... pero no era lo suficientemente valiente como para admitirlo. Entonces, llegó la idea que lo cambiaría todo. La idea que comprobaría si él me amaba. La idea que me inflingiría el daño más horroroso de mi vida.
Una sonrisa coqueta se dibujó en mi rostro.

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